Dispuestos a ganar

Diego Soriano Garrido, alcalde de Begíjar

26 abr 2020 / 17:43 H.

Ni las personas más longevas del municipio recuerdan algo similar y, ante la incertidumbre de estos días, lo único que se intuye es que se avecina un futuro duro a corto plazo, pero primero tenemos que ganar esta batalla. Una pandemia en pleno 2020 que ha puesto en manifiesto la vulnerabilidad de la salud, el estado de bienestar y la economía a nivel mundial, un virus que ha puesto en jaque a todos los países del planeta y que ha sacado a relucir el mayor de valores Begíjar, su gente, porque no hay mayor victoria que la de un pueblo unido con un único objetivo, vencer al bicho.

El estado de alarma sanitaria en Begíjar se está afrontando como el reto más difícil al que nos hemos enfrentado como sociedad. Con todos los vecinos en primera línea de batalla dispuestos a dejarse la piel, en una guerra que vamos a ganar de forma contundente y sin una sola baja, porque cuando los begijeños aunamos fuerzas y dejamos atrás nuestras discrepancias del día a día no hay quien nos pare.

En algún lugar de la historia tendrá que rezar:

—Que no había pasado una semana de la declaración de la alarma en todo el territorio nacional y ya contábamos con empresas locales que habían donado todo el material necesario con el que decenas de voluntarias en sus casas desempolvaron las máquinas de coser, produciendo en pocos días centenares de mascarillas.

—Que los tractores se echaron a las calles para desinfectar todo el pueblo con tanta intensidad como permitía el suministro de lejía, y si esta no llegaba, se buscaba como fuese, siendo mucha la que llegaba de los propios negocios locales al patio de la cooperativa para poder salir cada día a desinfectar el pueblo.

—Que las ampas y las papelerías no permitieron que faltara el material necesario para que las impresoras 3D del centro Guadalinfo echaran humo fabricando pantallas protectoras.

—Que los kits de protección llegaban al Ayuntamiento desde empresas de construcción y la ferretería local para ser distribuidos entre la población de mayor riesgo, decenas de vecinos donaron todo el material útil que tenían para proteger a los sanitarios del consultorio médico y el hospital.

—Que los jóvenes no permitieron que los mayores asumiesen riesgos de salir a comprar alimentos ni medicamentos, aún sin tener ningún vínculo personal con ellos más que el de ser vecinos de un mismo pueblo, y que los niños dieron una lección de comportamiento a los mayores.

—Que los tenderos se partieron el lomo trabajando para que sus locales y todo el suministro estuviese desinfectado con jornadas interminables de 18 horas.

—Que cada día a las ocho de la tarde todo el pueblo salía a ventanas y balcones a rendir tributo a nuestro personal sanitario.

—Que el único Policía Local del municipio, una vez más, dobló sus jornadas de trabajo para enfrentarse solo al bicho, como nuestro ángel de la guarda que es, para que todo saliese bien.

—Que los gestores y psicólogos se volcaron desinteresadamente para gestionar sus ayudas, administrativas y sociales.

Lamentablemente, no es un cuento, ni una película de ciencia ficción, es la vida real, lo que estamos viviendo en estas semanas, el reto más duro que se recuerde en la historia reciente.

Como alcalde, estar al frente de un pueblo con este nivel de humanidad, lo hace todo mucho más fácil, las horas no pesan, el tiempo vuela buscando soluciones, alternativas, salidas que muy difícilmente estarán a la altura de la que los propios begijeños han estado y estarán mientras dure la pesadilla.

Desde el equipo de Gobierno trabajamos en solventar los mayores problemas que se dan cada día entre las familias en emergencia social, pero también y de forma muy intensa en el día después, en buscar salidas al día uno en el que se levante el confinamiento, en desarrollar una buena planificación que nos permita levantar la crisis que se nos avecina los primeros meses desde el mismo punto de partida. Y vamos a estar ahí, al pie del cañón con nuestra gente, porque nuestra gente siempre da la cara.