Con la poetisa Rosana Acquaroni Muñoz

29 sep 2019 / 12:17 H.

Nacida en Madrid, el 1964, es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y doctora en Lingüística Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1992, ejerce de profesora de español para extranjeros en la Universidad Complutense de Madrid y del Máster de formación de profesores de ELE de la Universidad Complutense de Madrid. Entre su obra poética: Del mar bajo los puentes (1988), El jardín navegable (1990), Cartografía sin mundo (1994), Lámparas de arena 2000), Discordia de los dóciles (2011), La casa grande (2018). Incluida en antologías como Ellas tienen la palabra (1997), Poetas en blanco y negro (2006), En legítima defensa, poetas en tiempos de crisis (2014), Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (2015), (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016) (2016) e Insumisas: poesía crítica contemporánea de mujeres (2019). Con Discordia de los dóciles: ¿qué sucede cuando alguien enciende una cerilla? Cuando “una niña olvidada” sostiene esa minúscula claridad. Miramos un mundo de fantasmas y cuerpos encerrados, de muertos prematuros anclados en la conformidad, según indica Antonio Crespo Massieu. Así, la débil luz de una cerilla ilumina el mundo y, al apagarse, queda otra oscuridad, un camino no trazado. Un gesto para sentir el peso del vacío. Y estalla “la discordia de los dóciles”, la que ha nacido en “todas las plazas que ya han sido tomadas”, en todas las que quedan por tomar. Así en el poema “Los muertos prematuros” de este libro, se invoca al fracaso de los seres humanos como duda razonable: /Vosotros/ que vivís sosegados,/ que regresáis a casas/ iluminadas y humeantes, /que fingís inquietud ante el fracaso,/ anclados a la duda razonable./. O con el poema “Con distintos collares” abre nuestra autora paso a quienes con circunstancias excepcionales abren nuevas sendas y derroteros en las vidas de las personas: /Lejos de las cañadas, /en las hondas pedrizas,/ queda un cordero blanco,/ que come en la maleza./ Prefiere magullarse/ andar sobre los riscos/ —abriendo nuevas sendas—, antes que diluirse entre el ganado/. La casa grande está dedicado a su madre. Nos revela una España de posguerra vista desde la intimidad de una familia. Con sugerentes imágenes, metáforas y símbolos, insertados en un lenguaje conversacional, da aspectos clave de la conciencia del sujeto poético, una niña, luego una adolescente, marcada por su condición femenina con prohibiciones, miedos, cuestionamientos. Trasciende la culpa, la locura, el extravío y la amarga soledad con sororidad y dignidad .Con “Dónde quedó tu sexo” interroga sin signos de puntuación e interrogación: /desleído derramado en qué cóncavo silencio en qué pozo anegado/ por la lluvia sobre qué urna dormido incandescente/ dónde quedó tu sexo floreciendo en qué bandeja de canapés variados/ en qué concilio bajo qué lavatorio en qué bidé sonámbulo/ tapiado por la seda de la consolación. /.