Cómo ardía Barcelona

24 nov 2019 / 12:26 H.

Fue anoche,

anoche ardía Barcelona.

Los árboles, en las avenidas

que conocí de la mano de alguien,

los bancos donde nos sentamos,

las calles que juntos recorrimos.

Anoche ardía Barcelona.

Las llamas lamían los semáforos,

acariciaban los adoquines,

abrazaban los contenedores,

y los coches y los recuerdos

de quienes compartimos una ciudad

que anoche perdía la paz y la cordura.

Anoche ardía Barcelona,

la Barcelona de Gaudí y de Picasso,

la Barcelona literaria de Mercè Rodoreda,

de Juán Marsé, y la de Andrea en Nada,

y la del Quijote y de la sombra de un viento

que arrastraba las columnas de humo al cielo.

Anoche ardía Barcelona.

Mientras seres humanos, en sus casas,

se espantaban de la luz de las hogueras

que provocaban en las calles las bestias,

los monstruos, los seres informes

cubiertos de oscuridad y de odio.

Anoche ardía Barcelona,

la ciudad que todos compartimos,

y todos lloramos su decadencia

con lágrimas o sin ellas,

con gritos o sin ellos,

con la garganta seca de no entender nada,

de no entender por qué debe arder Barcelona

¿Quién en su sano juicio quiere hacerla

un promontorio de piedras y cenizas?