Carmen de Burgos y Baeza

En la ciudad, desde 1993, existe un Centro de Formación Feminista, adscrito al Instituto Andaluz de la Mujer, que lleva el nombre de esta pionera, nacida en Almería

15 mar 2020 / 11:13 H.

Existe en nuestra ciudad desde 1993 un Centro de Formación Feminista adscrito al Instituto Andaluz de la Mujer bajo la denominación de “Carmen de Burgos”. Este nombre vincula de alguna manera a aquella pionera mujer, nacida en Almería en 1867, con nuestra población. Sin duda son centenares las personas que anualmente vienen a jornadas, congresos, cursos de formación, entre otros, y tienen asociado el nombre de la almeriense con nuestra ciudad, haciendo con toda probabilidad una fusión de los nombres: Baeza y Carmen de Burgos. Por eso quiero prestarle alguna atención al inmueble que acoge al centro y al pensamiento de la emprendedora periodista y escritora. Sin duda fue un acierto denominar así a esta institución y hace justicia a una mujer inteligente, trabajadora, rompedora... que se esforzó por ir abriendo camino en la sociedad a la mujer, cuyo papel estaba circunscrito mayoritaria —cuando no exclusivamente— al ámbito doméstico.

El espacio físico que alberga el Centro tiene una larguísima ocupación y, centrándonos en el lapso tras la conquista de la urbe por Fernando III en el siglo XIII, hay que decir que ya en el Fuero de Baeza se recoge que en la ciudad “habría palacio para el rey y para el obispo”. El solar al que nos referimos albergó precisamente el palacio episcopal, con intervenciones arquitectónicas entre los siglos XVI y XVIII. Ya decía el padre Torres en 1677 que, como los obispos residían en Jaén, sus vicarios habían hecho obras. En concreto, en la actualidad se ven estructuras esencialmente del siglo XVII y, sobre todo, del XVIII, con fachadas, portadas y guarniciones de ventanas barrocas fechadas en 1719.

Con el paso del tiempo, el edificio fue cedido al Ayuntamiento y este a su vez lo cedió al Estado para que se establecieran militares. En concreto, en 1869 lo habitaba el Regimiento Montesa y el nombre que se utilizaba era “Cuartel de San Andrés”. En 1924 el Ayuntamiento lo cedió de nuevo para albergar el Depósito de Caballos Sementales, aunque sabemos que por poco tiempo. El Archivo Histórico Municipal conserva numerosos documentos de aquellas gestiones y, entre ellos, unas fotos realizadas el 20 de octubre de 1923 con el estado en que se encontraba el inmueble. Las fotos están firmadas en el reverso tanto por los miembros de la Comisión que hizo la entrega, encabezada por el Alcalde, como por la parte receptora.

Tras la Guerra Civil, en 1945, el Ministerio de Justicia, por medio del Patronato de la Mujer, estableció un Reformatorio para menores bajo la denominación de “Hogar Nuestra Señora del Alcázar”. Este Centro se mantuvo con las funciones propias hasta 1885. Entre 1953 y 1977 fue administrado por la Congregación de las Tercianas Capuchinas de la Sagrada Familia y en los últimos años lo gestionaba la Congregación María Puerta del Cielo. Tras la consecución de la autonomía es la Junta de Andalucía quien pasa a ser su titular y, tras acometer unas reformas, lo abre en 1993 con la actual impronta feminista. Contraste evidente con el periodo difícil de la tutela de aquellas jóvenes, díscolas para la época, en las que algunas no solo no se sintieron protegidas sino que evidenciaron una gran dureza de trato, como puso de manifiesto en 2012 Consuelo García del Cid, en su libro “Las desterradas hijas de Eva”. Se producían algunas explicables fugas nocturnas por una puertecilla verde que se abría al paseo de las Murallas. Recuerdo los comentarios que entre la población se suscitaban cuando aquello ocurría.

Carmen de Burgos (1867-1932) fue maestra, periodista, escritora polígrafa, traductora y activista de los derechos de la mujer española. Fue conocida como “Colombine”, aunque utilizó otros seudónimos. Está considerada la primera periodista profesional en España y también en lengua castellana por su condición de redactora del madrileño "Diario Universal", para lo que fue nombrada el 1 de enero de 1903. Asimismo fue la primera mujer corresponsal de guerra, lo cual no es poco decir.

En 2018, la Consejería de Cultura publicó en dos volúmenes 350 artículos de los más de dos mil dados a la imprenta a lo largo de su vida. La estupenda edición y estudio fueron preparados por su biógrafa, Concepción Núñez Rey. Estos textos nos permiten conocer de primera mano el pensamiento de la pionera del feminismo español. Su labor periodística fue prolífica, cifrada en una columna diaria bajo la denominación de “Lecturas para la mujer”. Allí tocó numerosos temas. Posteriormente, ya consolidada, colaboró en otros medios. Sus textos están escritos con agilidad, buscando la regeneración de la sociedad que le tocó vivir y haciendo planteamientos de igualdad y justicia muy novedosos para su momento. Tocó desde el tema de la mujer y sus derechos hasta la situación de la infancia, la guerra, las condiciones laborales, la literatura, el arte... Veamos, con sus propias palabras, algunas pinceladas de ellos.

En el “Diario Universal" de 5/1/1904, hablando de la reforma del Código Civil, anotaba: “Es verdaderamente intolerable que la madre no tenga dentro de la familia los mismos derechos que el padre, y que la mujer casada no tenga el de administrar libremente sus bienes y el pleno uso de los derechos civiles, considerándola siempre como una menor sometida a la tutela del marido”. Sobre el voto de las mujeres en “El Heraldo de Madrid”, 19-10-1906, escribía: “¡El voto de las mujeres! Hace algunos años parecía a muchos ridículo y a otros subversivo. Cuando en 1900 las oradoras del congreso feminista de Chicago lanzaron esta idea, fue acogida con risas y burlas; pero desde entonces la opinión pública ha evolucionado visiblemente. Las mujeres poseen ya el voto en Nueva Zelanda y en muchos Estados de América (...) Es evidente que la cuestión ha de llegar hasta nosotros y cautivará a muchas mujeres, aunque el recto buen sentido y amor al hogar de las españolas no lo haga muy temible.

“El Heraldo, que tanto se preocupa de cuanto concierne a la vida femenina, se propone abrir en sus columnas un plebiscito para conocer la opinión de sus lectores en este asunto”. El resultado del plebiscito-encuesta fue mayoritariamente favorable a que las mujeres no tuvieran derecho de voto. Carmen de Burgos dice tiempo después que votaron mayoritariamente hombres. Ya sabemos que hubo que esperar a la Constitución republicana de 1931 para que se reconociera este importante derecho civil. Se quejaba en “El Heraldo de 19-3-1908 de que un personaje se quejara por los pasillos del Congreso al discutirse el asunto del voto femenino: “No quiero ‘Colombines’ ”. Y anotaba en respuesta: “... se da el caso raro de que mientras hay señores que me creen feminista, las damas abominan de mí por antifeminista. (...) Hay una cosa de cierto, sin embargo, si no encarno el espíritu feminista, respiro espíritu liberal...; pero liberal de veras; de esos que defienden el voto de la mujer o lo discuten con razones, no de los que de una manera rutinaria se apegan a lo arcaico, como el más impenitente conservador”.

En un artículo en “El Heraldo de Madrid” dedicado al progreso de la mujer, de 9/3/1910, escribía: “El mal llamado feminismo no es un mero capricho, no es una doctrina que, como la del futurismo, nace de un cerebro deseoso de implantar algo nuevo; es hijo de una necesidad que se siente, que no puede negarse”. En este mismo periódico, el 7-10-1911, dedica su columna a las mujeres estudiosas y, entre otras cosas, dice: “Las conquistas del feminismo español son lentas, por lo mismo que son bien orientadas y sensatas. No hay en nuestras mujeres un vano deseo de exhibición, ni de conquistar puestos que las alejen de la vida del hogar y de la familia; pero existe un afán de mejoramiento de la condición social, de cultura, de trabajo; en la esfera modesta en que se desenvuelve el sexo femenino, que cada día notamos más claramente en las aulas de nuestras escuelas, donde acude una juventud de verdadero mérito, jóvenes bellísimas que consagran al estudio los más bellos años de su vida (...) Casi todas nuestras escuelas son malsanas, enfermizas, insuficientes (...)”.

Se podrían traer aquí otros textos suyos, muchos de ellos críticos, sobre la guerra o la explotación laboral; pero esa es ya una labor que se deja al lector interesado. Carmen Burgos y Baeza lucen sus nombres unidos en buena asociación, la primera como mujer cualificada que ha abierto camino a las mujeres y la ciudad que la acoge como signo de los tiempos próximos.