Afrontar la frustración

Los padres no pueden suprimir todas las presiones de su hijo, por eso es necesario enseñarle a reaccionar de manera positiva ante las adversidades

21 may 2016 / 20:14 H.

La tolerancia a la frustración o el acto de adaptarse a la sensación negativa e impotente de no haber conseguido una meta que uno se plantea, se va incrementando con la madurez. Al principio con dos años aproximadamente, el niño no ha aprendido todavía a aplazar sus resultados gratificantes y quiere que aparezcan de forma inmediata, conduciendo todo esto a las típicas rabietas. A medida que va avanzando en edad, aprende a persistir y a esperar que se produzcan sus éxitos más tarde. El problema está cuando no aparecen los resultados pronto y el niño se desanima y agobia. En estos casos de desesperación, hay que averiguar las causas de su frustración y se suavizan si es posible. Después se le ayuda al niño a reaccionar de una forma más adaptativa (no irritándose o desanimándose) a la frustración o falta de éxito.

Para que los padres identifiquen las causas de la frustración, es preferible que se hagan las siguientes preguntas: “¿está el niño demasiado cansado?” pues se sabe que cuando uno está agotado y falto de energía, resulta difícil superar los diferentes obstáculos que se presentan en el camino. “¿Tiene el niño un horario demasiado repleto?”; todas las personas se frustran cuando tienen demasiadas responsabilidades que les llevan en diferentes direcciones. Para ello es recomendable que se examine el horario del pequeño y asegurarse de que tiene tiempo para estudiar, jugar y descansar. “¿El niño identifica su frustración?”; para ello los padres deben ayudarle a cómo identificar sus sentimientos y a cómo expresarlos de forma adecuada dependiendo de la edad, pues existen diferentes técnicas al respecto como identificar las emociones en viñetas, hacer dibujos, representaciones o estrategias más específicas para adolescentes como hacer un diario de emociones, etcétera. “¿Provienen las presiones del exterior?”, “¿los padres o el colegio le exigen demasiado al niño?”; hay que estar atento a tales aspectos y actuar en consecuencia para evitar frustraciones futuras. “¿Tiene el niño oportunidades para el éxito?”; es importante para su seguridad y autoestima que el niño previamente tenga experiencia realizando actividades previas, para garantizar el éxito posterior. “¿Es el niño perfeccionista?”; hay niños que se frustran porque se marcan metas u objetivos poco realistas o porque no saben pedir ayuda o tienen miedo de hacerlo. En estos casos hay que ayudar al niño perfeccionista y con excesivo rendimiento a alcanzar un nivel más cómodo, pues de esta forma no sólo podrá alcanzar sus metas planteadas, sino que además seguirá teniendo fuerzas para conseguir otros objetivos posteriores. Como ayudas que pueden ofrecer los padres están el disminuir el nivel de exigencias, pues hay padres (también perfeccionistas) que agobian a los niños con demasiadas demandas; el fomentarles una vida equilibrada donde haya tiempo para el estudio pero también para la diversión. También hay que ayudarles evitando los hábitos perfeccionistas como estudiar hasta altas horas de la madrugada o levantarse excesivamente temprano para terminar trabajos o repasar temas pues se consideran prácticas poco saludables. Es importante asesorarles sobre el establecerse objetivos de estudio sensatos.

Los padres no pueden suprimir todo el sentimiento de frustración ni tampoco todas las presiones, por ello es necesario enseñarle a reaccionar de manera positiva ante este sentimiento. Por ejemplo, se le pueden enseñar técnicas de relajación, a hablarse de forma positiva a sí mismo, a pedir ayuda cuando la necesite, inculcarle la idea de dividir la meta en mini-metas para que las vaya resolviendo una por una, así como ser un buen modelo a seguir para el niño, pues si ven los hijos que sus padres pierden los nervios ante situaciones que producen frustración, aprenderán por medio de la observación, a reaccionar de esa misma forma nociva ante las adversidades.