Rousseff se defiende ante el Senado

La presidenta de Brasil asegura que hay un golpe de Estado en marcha que significará el fin de la democracia

30 ago 2016 / 10:30 H.

La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, compareció ayer ante el Senado para defender su inocencia de los cargos que se le imputan en el “impeachment”, insistiendo en que hay “un golpe de Estado en marcha” que, de perpetrarse, significará “la muerte” de la democracia en el país.

“Vengo a mirar en los ojos a sus excelencias y decirles que no cometí el delito de responsabilidad del que se me acusa”, aseguró Rousseff, reiterando que las acusaciones en su contra “no pasan de pretextos basados en una frágil retórica jurídica. Tengo la conciencia absolutamente tranquila”, afirmó. “No he hecho nada en contra de cualquiera de los preceptos de la Constitución que juré cumplir”, recalcó la presidenta, sosteniendo que todas las actuaciones de su Gobierno han estado guiadas por “el interés social”.

Rousseff recordó además que el “impeachment” debe basarse en un crimen de responsabilidad concreto, no en “el conjunto de la obra” de un Gobierno, tal y como pretenderían los senadores. Por ello, alerta de que la verdadera intención de los promotores del juicio político sería evitar las urnas. “Sin apenas pretextos tratan de derrumbar un Gobierno legítimo escogido mediante elecciones directas, en las que participaron 110 millones de brasileños. El Gobierno de una mujer que ganó dos elecciones presidenciales consecutivas”, matizó Dilma Rousseff.

Para la presidenta de Brasil se trata de una venganza política de una “élite”, que desde su reelección, en 2014, hizo de todo para impedir la estabilidad del Gobierno bajo la premisa de “cuanto peor, mejor”, importando poco los resultados que ello tuviera sobre el pueblo brasileño. Creando así un ambiente de inestabilidad política propicio para la apertura de un “impeachment” sin crimen de responsabilidad, que tuvo como vector, según indica Rousseff, al expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, dolido porque Rousseff no accedió a su “chantaje explícito” para frenar las investigaciones en su contra en el Congreso. “Curiosamente, seré juzgada por crímenes que no he cometido, antes del juicio contra el expresidente de la Cámara de Diputados, acusado de gravísimos hechos ilícitos. ¿Ironía de la historia? No, de ninguna forma. Se trata de una acción deliberada”, sentenció. Este proceso, según señala Dilma Rousseff, está marcado de principio a fin por un clamoroso desvío de poder. “Estamos a un paso de la consumación de una grave ruptura institucional. Estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado”, señaló la presidenta.

El resultado será un “gobierno usurpador”, ahora encabezado por el vicepresidente, Michel Temer, que pondrá fin a las “conquistas sociales” de los últimos 13 años, alcanzadas bajo los mandatos de Lula da Silva y ella misma.