Zarrías, el marqués de Villamejor
Ni pintado le viene a Gaspar Zarrías el nombre de la sede histórica en la que trabaja desde que Manuel Chaves le requirió en el acompañamiento de una nueva etapa que le aleja de su tierra en ochenta y dos kilómetros más que la anterior. El Palacio del Marqués de Villamejor acoge a ese hombre bajito, con gafas y bigote (también algo de barriga propia del que tiene como deporte la política) que, entre majestuosos salones, pintorescos frescos, brillantes chimeneas y puertas de vértigo, da sensación de un aristócrata ilustre que, incluso, ha crecido en altura. Ya no es tan fácil visitar a un hombre que fue el perejil de todas las comidas cocinadas en Andalucía y que, ahora, debe condimentar otros platos fuera de su tierra. Salvados los preceptivos protocolos para acceder al número 3 del Paseo de la Castellana de Madrid, Gaspar Zarrías se convierte en el político accesible que siempre fue, en el paisano amable y cercano del que hizo gala durante su larga e intensa etapa en el sur de España.

En su despacho, aquel que hospedó a personalidades de la talla de Antonio Maura, el Marqués de Romanones, Manuel Azaña, Luis Carrero Blanco o Adolfo Suárez, se respira una mezcla de sentimientos que oscilan entre la melancolía de quien echa la vista atrás y la ilusión por empezar una vida nueva. En su primera entrevista concedida a un medio de comunicación desde que fue nombrado secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías quiere dejar claro que Jaén ocupará un lugar privilegiado, primero en Andalucía, justo el mismo que tenía cuando desempeñaba la labor de feroz escudero del presidente, y segundo en España, ahora que está más cerca del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y no hay más. Deberá recorrer toda España para mediar entre comunidades, no tendrá más remedio que calmar las aguas revueltas del Duero, peleará con uñas y dientes por una financiación justa entre regiones y pujará para repartir de una forma equitativa las inversiones en los ayuntamientos. Pero en su pensamiento y obra estarán Jaén y de los siete días que tiene la semana habrá un hueco para su tierra, en la que continuará como secretario general del Partido Socialista, al menos hasta que todos dejen de hablar de su marcha a Madrid. Después, el tiempo dirá, pero de sus palabras se desprende que hay Gaspar Zarrías para rato, a pesar de que, como dice, en los últimos días se le han pasado demasiadas cosas por la cabeza.