Zapateros
Hasta hace bien poco tiempo, los zapatos, botas y sandalias se hacían de forma artesanal y a medida por los zapateros locales que preparaban el cuero, cortaban, cosían, ahormaban, pegaban y clavaban la suela; también hacían alpargatas y abarcas con suelas de neumático, puntera y talón que con tomizas se ajustaban a los 'peales'.
La confección artesanal de calzado hoy ha disminuido mucho y con un cambio radical, es un lujo al alcance de pocos; con la generalización de la fabricación industrial quedan también pocos zapateros de arreglos, “remendones” con leznas, cerote, tenazas sobre el tirapié; antes el taller era centro de tertulia en torno al “maestro” donde inquirir noticias o formar opinión. Francisco López, “el curica” abrió escuela con muchos discípulos. El oficio permitía el pluriempleo, muchos eran músicos: Eugenio Contreras y Eloy Bares y su hijo, Cosme Hermoso, que sigue en la “placeta”; otros sacristanes, de San Pedro o Santa María: Antonio, en mi niñez, tuvo el taller en un cuartillo dentro de la propia iglesia. Hoy puede ser más barato cambiar de zapatos que arreglarlos, por ello el secreto es el manejo del tiempo y la diversificación; el oficio ha sabido adaptarse y los zapateros arreglan bolsos y cinturones, cambian pilas de reloj, hacen llaves y mandos; con variedad de servicios y celeridad se han ganado el futuro estos laboriosos profesionales sin renegar del viejo oficio.
José Calabrús es abogado