Yo cotizo, tú cobras, él roba

Nosotros somos, vosotros sois y ellos son. La conjugación de este verbo para que resulte creíble, definitoria y sincera, siempre entrañará una ardua labor de introspección, una auditoría a las voces de la conciencia, junto con la contemplación sosegada y desinteresada del entorno, de sus cosas y de sus personajes.

    09 oct 2014 / 10:55 H.

    Es complicado, por no decir imposible, saber ser y estar sin que surja el ego plenipotenciario y excluyente, o nos confundan las luces mágicas y trágicas del escaparate social. El ser y el estar sin más, con sus primeras, segundas y terceras personas, con sus singulares y plurales, con sus tiempos, son en definitiva la vida sin lirismos ni ornamentos, la animalidad desnuda. Sin embargo el conflicto y la bulla se manifiestan cuando estos verbos se visten con atributos amables o por el contrario se acompañan de adjetivos de mala catadura. Otro escollo a eludir sería el saberse ubicar en una de las tres personas que los sustantivan —yo, tú, él, se entiende— pues dependiendo del verbo conjugado, así quedamos definidos. Si tomamos como ejemplo el titular de este artículo podríamos enunciar lo siguiente: Yo soy contribuyente, tú estás subsidiado y él es un ladrón de concha fina. Observen la presencia del ser y del estar, y después contesten, ¿en qué persona se situarían? No respondan, es innecesario, no desvelen sus intimidades, puesto que “yo” que soy pitoniso ya conozco la resolución. Esta digresión que parece el cándido exabrupto de un soplapollas (y lo es) obedece a la contemplación de una verdad tan sencilla como real, a un misterio trinitario donde hay tres personas distintas y un follón evidente. Todos tenemos los aliños para ser de todo, unos en estado latente, otros en acción emergente, y los más viendo como pajarean los pájaros de la Alameda. Desde que nos estamos corrompiendo y afilando los nacionalismos, me levanto algunas mañanas con la sinceridad de mirarme al espejo y me reconozco con espanto hasta sospechoso o incluso presunto, entonces es cuando me digo: “Malament caminem Joan del Carmen”. Resumiendo, Yo Tarzán, tú Chita y él ¿Dios?