Votos de castigo
Pronto se cumplirán dos años de la primera toma de los bolsillos de los españoles por parte de un forzado Zapatero. A su pesar hurgó en las maltrechas economías de los ciudadanos y un año después, primero en las municipales y autonómicas y más tarde en las generales, pagó el precio de su atrevimiento dejando en manos del partido conservador la resolución del conflicto.
Más recientemente, Rajoy ha profundizado en el saqueo y los votantes andaluces y asturianos le han mostrado el dedo corazón al tiempo de depositar el sufragio en las urnas. Arenas ganó pero no gobernará porque cuatrocientos mil votantes que antes dieron su confianza a Rajoy para despedir a Zapatero ahora se la niegan porque se han sentido defraudados solo tres meses después de su toma del poder. Salvo análisis de superior criterio mi opinión como la de Voltaire es que cuando se trata de dinero todos son de la misma religión y a los paisanos no les interesa tanto lo que tienen otros sino la esperanza de no perder el poco que tienen convirtiendo así, como decía un buen amigo, la cartera en el órgano más sensible del cuerpo. Si a todo ello se une una sangrante Ley Electoral que permite apaños para impedir que el más votado gobierne cerraremos un panorama desolador. Dicen los que saben que en Andalucía las cosas son diferentes porque hay mucho subsidio, mucho agradecimiento de estómago, mucho per y mucho Ere pero con todo ello y con las seculares carencias de nuestra región no han sido motivo suficiente para que la balanza electoral permita probar un Gobierno de otro signo. Parece que el pueblo ya tiene descontado asumido y acogido como cosa natural el que seamos la autonomía con más paro, con la mitad de hospitales que Cataluña, con graves carencias en educación y transportes, con altos índices de gasto público poco justificables en época de crisis (algunos medios hablan de excesivos vehículos oficiales y líneas telefónicas), que como ha declarado un imputado se gastara en droga y juergas el dinero de ayudas a parados y que estemos en fin en la cola de tantas cosas. Aquí, lo que verdaderamente importa según se ha visto, es que le toquen el bolsillo. Alguien escribió que el dinero proporciona enemigos de calidad y en España ya tenemos de momento dos estigmatizados por este aserto. Zapatero y Rajoy que por estar en la palmera sufrirá en los próximos meses las iras ciudadanas perfectamente administradas desde sindicatos y oposición. Al final de todo la crisis, ese terrible azote que impone sus dictados, para el común de los mortales no es esa crisis contra la que luchan con denuedo los gobiernos del mundo y que los mercados azuzan cada día. La crisis, para un parado andaluz o un mileurista anónimo es aquella hidra de siete cabezas que le chupa la poca sangre que le queda y que le impide llegar a fin de mes con cierta solvencia. Julio Pulido es empresario