Votar en las municipales

Ya llevamos unos días de campaña y ya me parece su continente y contenido muy similar al de hace cuatro años. No es mi objetivo ponerme pesimista ni escéptico, pero convendrán conmigo en que si la melodía es similar se vuelve machacona.

    10 may 2011 / 09:05 H.

    No creo que en unas municipales debamos mirar tanto las siglas que amparan a las candidaturas como a las personas, con nombre y apellidos, que las componen. La cercanía al ciudadano que supone ser concejal impone una manera de hacer y de servir que hemos de valorar en el momento de la reflexión. No deseo que me hurten mi espacio personal de decisión porque alguien me quiera imponer que ahora toca ver estas elecciones en clave nacional. Lo que miro es la capacidad de negociación, la de gestión, la cercanía, la empatía con el ciudadano, la ausencia de soberbia, la capacitación en la dirección y su aproximación a mis valores. A cada elemento, le doy un peso, y lo valoro con los candidatos más representativos. Los integrantes de la lista que obtengan una mayor puntuación, serán mi elección. Voto por la proximidad, por los que tienen su móvil abierto, por los que necesitan de las aportaciones de los ciudadanos, por los que son capaces de unir piezas manteniendo un cálido y sólido equilibrio, por los que prometen y cumplen. Lo de ir de prepotentes, forzando anexiones, reuniendo palmeros, imponiendo visiones, impulsando hechos consumados, no son santos de mi devoción. Hay municipios que han impuesto planes de austeridad, se han ajustado el cinturón, y han colectivizado las estrecheces, sin ejecutar empobrecedoras políticas de tierra quemada.
    Tomás Boyano es economista