30 abr 2014 / 22:00 H.
Y pronto habrá que volver a votar en Europa, parece ser. Y aunque el sistema de votación deje bastante que desear y sea más que discutible y acaben ganando los de siempre, pese que a base de sonrisas forzadas todos traten de esconder su decepción; en fin, a pesar de todos los pesares creo que volveré a votar, porque nos jugamos mucho en aras del prestigio de nuestro país y de todo el continente. Y además porque podemos escoger entre una serie de fantásticos candidatos, que reúnen multitud de magníficas cualidades y que están la mar de preparados y han hecho un durísimo trabajo ensayando día tras día sus actuaciones y su coreografías. Porque hablo del Festival de Eurovisión, por si alguien aún no lo había adivinado. Sin embargo, estas no son las únicas votaciones a las que se enfrenta nuestro continente durante el mes de mayo, también se celebran, días después, las Elecciones al Parlamento Europeo, que tampoco están mal del todo, aunque no tengan el caché ni el currículum de los sufragios de Eurovisión. Pero también es verdad que con cierta frecuencia, numerosos participantes desafinan más de la cuenta, y de vez en cuando algunos dan la nota invocando, con sus trasnochados aullidos, a los más bajos instintos, o tratando de conectar con sus legiones de incondicionales fans, emitiendo ensordecedores griteríos que enmascaran sus pobres letras que se reducen a estribillos pegadizos sin apenas sustancia real ni contenido. Y ahora hablo de las Elecciones al Parlamento Europeo, por si alguien aún no lo había adivinado. En cualquier caso, vota Europa, vota, porque resulta casi milagroso que las mismas naciones que décadas atrás se masacraban unas a otras en crueles guerras genocidas, sean capaces ahora de compartir espacios económicos, políticos y sociales y se hayan dotado de unas instituciones comunes y hasta de un Festival de la Canción en el que todas las europeas y todos los europeos podemos ejercer libremente nuestro inalienable y democrático derecho a elegir a nuestros legítimos representantes musicales para la próxima legislatura melódica. Nada menos.
Tomás Afán es dramaturgo