Volvieron a perder los de siempre
Gerardo Rodríguez García/Desde Úbeda. La defensa en bloque por parte de la Unión Europea de los intereses de una empresa privada como Repsol, contrasta drásticamente con las trabas y la criminalización aplicadas a los empobrecidos.
Sin lugar a dudas, es muy diferente el trato dispensado a una persona procedente de los países empobrecidos, que el otorgado a los recursos naturales y energéticos que vienen del mismo lugar. Los españoles y los europeos queremos los valiosos recursos que están bajo los pies de los empobrecidos. Sin embargo no se nos cae la cara de vergüenza por levantar vallas legales y físicas para impedir que esos mismos pies pongan rumbo a Europa, huyendo del hambre provocada y planificada que padecen. También es un terrible contraste que tras vender nuestro país armamento a Libia, 72 personas que huían en barco de la barbarie de esa guerra, fueran abandonadas en la costa, donde permanecieron varados 15 días. La fragata española “Mendez Nuñez”, que tuvo constancia de la tragedia, no fue a socorrer a las víctimas, como tampoco lo hicieron otros barcos de la “civilizada” Europa. Murieron 63 personas a pesar de los avisos que indicaban su última posición. Cuando se trata de nuestra flota pesquera en el océano índico, sí hay órdenes de enviar barcos de guerra para proteger las preciadas capturas. Los ciudadanos hacemos muy mal en desentendernos de estos dramas. Construir un mundo sobre el expolio y la injusticia sólo puede traer más violencia y más guerras. Violencia estructural, que padeceremos fundamentalmente los ciudadanos que por comodidad e ignorancia, dejamos la política y la economía en manos de quienes son capaces de abandonar hasta la muerte a los más débiles.