Volver a vivir con los padres
Ángel Plaza Chillón/Desde La Iruela. Miles de familias en España se han visto “obligados” a convivir entre generaciones diferentes pero bajo un mismo colchón familiar. Padres que vuelven a abrir las puertas del hogar a hijos que regresan con el drama económico del paro o de la separación bajo el brazo.
Todo es inevitable, como el hijo de 40 años que asume el futuro inmerso en el recuerdo del pasado de una habitación de la que aún cuelgan las huellas de la juventud. Comienza la convivencia familiar con otras normas. “Las tareas del hogar, el respeto y la intimidad se deben compartir”, aseguran los psicólogos, que recomiendan no señalar “fracasados ni responsables” en una situación que debe de ser temporal y pasajera, mientras la crisis no nos deje en Paz. Hace diez años, de los casi 3 millones de personas que vivían solas, 450.000 tenían más de 80 años. En las estadísticas del INE (Instituto Nacional de Estadística) esta tendencia se iba incrementando. En concreto, más del 25% de los mayores de 90 años vivían solas, es decir unos 60.000. De 85 a 89 años, esa cifra se elevaba a 140.000, y a 250.000 entre 80 y 84 años. El número de miembros por hogar disminuía pese a que la edad de emancipación se retrasa más. La crisis lo ha cambiado todo. De la sensación de vivir bajo el síndrome del “Nicho vacío” ante la marcha de los hijos, las personas mayores se han visto obligadas por la realidad y las circunstancias, a recuperar algo más que la percepción del “Nido lleno” con la vueltas de los hijos. Desde Cáritas se alerta de que la demanda de ayudas para afrontar dificultades con la vivienda se ha doblado. “Los procesos que se abordan son, principalmente deudas de alquiler —incluyendo fianzas y mensualidades anticipadas— (que provocan embargos o desahucios), recibos de suministros (luz, agua, gas) que recientemente se ha convertido en una presión adicional por las subidas de precios de los suministros, e impagos de hipotecas. Muchas personas y familias acuden a Cáritas cuando ya les han cortado el suministro eléctrico. El trabajo de Cáritas también está abriendo a otra realidad cada vez más repetida y menos acusada hace años. “Detectan demandas de ayudas económicas, en educación y como novedad, de conflictos entre familiares. Hay que entender que conviven en muchos casos tres generaciones con trayectorias vitales diferentes”. Aunque de manera extraordinaria y según los casos, Cáritas aporta una ayuda económica para pagar hipotecas o recibos durante un periodo limitado, aunque trabajan para la autonomía de las familias, conseguir que puedan mantener su vivienda. Con esta crisis se han desbordado, ha aumentado en un 50% la demanda de ayuda a las familias. ¿Dónde acudir? Es la pregunta que se hace un hijo que emancipado hace pocos años, con hijos, y víctima del ahogo económico o del fracaso matrimonial, se ve con la maleta en el rellano del sueño incumplido. La primera opción sigue siendo el apoyo familiar. La puerta del hogar de los padres siempre estará abierta, aunque las condiciones y obligaciones no sean las mismas. En el caso de las personas mayores, saben que un medio de vivir con pocos recursos es compartir. Como opciones siguientes están las organizaciones sociales, la economía sumergida y la ayuda desde las redes comunitarias (vecinales). Todos aquellos que se ven obligados a volver a vivir con sus padres, es imprescindible que luchen por lo que creen que es justo, que se pongan una meta en la vida. Los abuelos españoles son los que más cuidan de sus nietos de Europa, siete de cada diez participan en esta labor. Al menos el 20% de las personas mayores está ayudando a sus hijos económicamente con sus ingresos, que proceden principalmente de sus pensiones. Según la encuesta de Población Activa del Observatorio de la Juventud en España, en el tercer trimestre de 2011 la tasa de emancipación de jóvenes de entre 16 y 29 años era del 26 por ciento. Desde que comenzó la crisis en el año 2007 se ha multiplicado por cinco el número de hogares que tiene a todos sus componentes en paro. La última encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística de 2010, constata un aumento de la pobreza relativa alcanzando el 20,8 por ciento de la población (diez millones de personas).