'Volver a trabajar en el Alakrana solo se soporta a base de pastillas'

Esperanza calzado / Jaén
2009 fue fatídico para muchos españoles. 36 marineros permanecieron secuestrados 47 días por piratas somalíes y vivieron un episodio que nunca les dejará estar tranquilos. Así lo explica Gaizka Iturbe Astuy, uno de los atuneros que pasó por este calvario y que ha vuelto a faenar. Asegura que el día a día solo se soporta, 'como se dice vulgarmente, drogados'.

    12 ene 2012 / 16:12 H.


    “Sigo como el primer día. Para mí, el secuestro nunca va a terminar, es una experiencia que intentaron, por todos los medios, que olvidáramos, pero no lo podremos hacer jamás”. Una frase sencilla, sin grandilocuencias, pero que encoge el corazón de quien la escucha y conoce el calvario que vivió Gaizka Iturbe Astuy, uno de los marineros secuestrados en el Alakrana. Estuvo en la Universidad de Jaén, gracias a su relación de parentesco con el profesor Miguel Ángel Chamocho —su cuñado— y sobrecogió a los numerosos estudiantes que quisieron conocer, de primera mano, su historia.
     Iturbe Astuy es uno de los 20 marineros que volvió a faenar en el Alakrana, a pesar de la cruda experiencia. “Seguimos trabajando ahí, porque es nuestra forma y nuestro medio de ganar el dinero”. Aunque parezca irónico, tuvo que pasar un conflicto como ese para conseguir lo que ahora tienen, seguridad a bordo. Y no es cuestión baladí, porque hace cosa de un mes y medio tuvieron un nuevo intento de secuestro que, gracias a esa seguridad, fue abortado. “Nos sentimos seguros con ellos, pero hay una tensión increíble a bordo porque los ataques son constantes y es una guerra abierta que tienen contra todo lo que se mueva”, asegura.
    Su día a día y el de su familia es más que complicado. Hace dos meses murió uno de sus compañeros a causa de un ataque cardiaco. “Fue a raíz de todo esto, no lo aguantó”, se lamenta. Visiblemente emocionado, a pesar del tiempo que ha transcurrido, Gaizka Iturbe Astuy reconoce que el día a día solo se soporta a base de pastillas. “Como se dice vulgarmente, casi todos estamos drogados”, lamenta el marinero que, además, recuerda que su mujer —jiennense— y su hija todavía están en tratamiento psicológico.
    Pago sí o no. Ante la problemática que se derivó sobre el presunto pago del rescate por parte del Gobierno, este marinero lo tiene claro. En esos momentos, solo quería que pagarán o que “hicieran lo que fuera” para acabar con el secuestro. “No se si hubo pago, supongo que sí. Lo que tengo claro es que se estaba comerciando con vidas humanas y que estas no tienen precio”, sentencia.
    La charla se enmarca dentro de las actividades del Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales y, más concretamente, dentro de un estudio que se realiza sobre los aspectos jurídicos de la piratería. Su responsable, Juan Manuel de Faramiñán, recuerda que la persecución de esta práctica en alta mar es “muy compleja”.