Volkswagen en su laberinto

El gigante automovilístico está en el peor punto de mira para una marca de prestigio global. El escándalo de la manipulación de vehículos para engañar los controles de contaminación lejos de amainar aumenta como un ciclón que sacude a la compañía en Alemania, pero cuya onda expansiva llega a todos los mercados del mundo. La lentitud en reconocer la grave manipulación desde dentro de la compañía y la táctica de desviar la atención hacia un “grupo de ingenieros” es lamentable para una marca de la magnitud de Volkswagen. En el hipotético caso de que fuera así, las investigaciones apuntan lo contrario, ya que la cúpula era consciente de esta situación desde 2014, la imagen de la compañía quedaría igualmente dañada. ¿O se puede permitir que unos ingenieros hagan lo que quieran en la producción de sus vehículos? La investigación judicial, con registros en las sedes de la empresa en el norte de Alemania, buscan documentación y soportes informáticos del personal implicado en la manipulación. Toda la previsión de fondos para cubrir los arreglos de millones de vehículos y las multas millonarias a las que se enfrentan ponen, sin embargo, los planes de la compañía. En la tormenta perfecta en la que se encuentra el grupo automovilístico, el vendaval se puede llevar por delante proyectos comprometidos con la filial española Seat y eso pone en peligro el empleo aquí.  Sería un doble error desde el punto de vista de la imagen que los trabajadores y las iniciativas de futuro del grupo quedaran cortadas de raíz ahora. La marca alemana debe depurar responsabilidades hasta sus últimas consecuencias, devolver la confianza a sus clientes y no encadenar más errores que la pongan en peligro. 

    09 oct 2015 / 11:28 H.