VISITACIÓN DE LOS ÁNGELES PEINADO: "La Ley de Dependencia es un gran paso sanitario y social"
María del Mar Vázquez Jiménez
Se dice de ella que es una gran profesional y es verdad. Visi, como la conocen sus amigos y la mayoría de sus pacientes, tiene una dilatada y excelente trayectoria profesional como enfermera. Después de treinta y seis años, continúa trabajando con ilusión, profesionalidad, rigor, entrega, cuidando los detalles, con su genio, si no, no sería ella, pero siempre haciendo las cosas con cabeza y mucho corazón.

Se dice de ella que es una gran profesional y es verdad. Visi, como la conocen sus amigos y la mayoría de sus pacientes, tiene una dilatada y excelente trayectoria profesional como enfermera. Después de treinta y seis años, continúa trabajando con ilusión, profesionalidad, rigor, entrega, cuidando los detalles, con su genio, si no, no sería ella, pero siempre haciendo las cosas con cabeza y mucho corazón.
—¿Cómo fue su llegada?
—Cuando llegué a la escuela de enfermeras yo iba con mucho miedo, asustada, tenía sólo dieciséis años y salía por primera vez de mi casa, pero llevaba mucha ilusión. La convivencia con mis compañeras fue agradable y compensaba un poco la añoranza de mi familia. Los primeros días era todo nuevo, las alumnas, las monjas y el dormitorio que era colectivo. Era una escuela de los años setenta, con una disciplina diferente. Estuve allí tres años que me aportaron mucho, no sólo el conocimiento de mi profesión, también compartir con mis compañeras alegrías, risas y llantos. Aprendí a estar en contacto con personas con falta de salud y otras muchas carencias. En definitiva, a estar en contacto con la realidad. Para mí, fue crecer con madurez e ilusión. Hoy sé que esa ilusión es la que me sigue ayudando en el día a día. Creo que sin ilusión, estás acabado. Allí también conocí a mi marido y los dos llevábamos la misma dinámica: terminar la carrera, trabajar como enfermeros y casarnos después.
—¿En esos años una enfermera empezaba a trabajar enseguida?
—Sí, yo empecé a trabajar en Jaén en prematuros pero, como no me dieron la plaza, me fui a Málaga, donde trabajé en la UVI. Allí me fue muy bien. Recuerdo que era muy joven y muy tímida, que me costaba hablar. Yo observaba, pero eso sí, siempre he defendido lo que he creído justo, si había alguna injusticia, no me callaba, con toda mi timidez, la peleaba. En Málaga hice Fisioterapia, luego me casé y me vine a Jaén. Aunque durante un tiempo trabajé como “fisio”, lo dejé y seguí como enfermera, que es mi vocación. Luego nacieron mis hijos, lo más importante de mi vida. Ya han crecido, se han independizado y llevan su ritmo, yo sigo ahí y una parte muy importante de lo que llena mi vida es mi trabajo.
—¿Cómo ha sido su evolución profesional?
—Como ya he dicho, mi trabajo se ha desarrollado primero en hospital y luego en atención primaria. Siempre me he identificado más trabajando con personas enfermas, encamadas, dependientes y con gran necesidad de cuidados. Cuando nos integraron en Atención Primaria fue un gran cambio. El tipo de paciente es distinto y se trabaja más la prevención. Aunque los cambios me cuestan, siempre sigo adelante. También me aporta mucho pues aprendo continuamente.
—¿Ha cambiado la Enfermería en los últimos años?
—Actualmente, la Enfermería ha evolucionado muchísimo, nuestros planes de estudio de entonces, la formación que recibíamos, no se parece nada a la de hoy. Pero es normal, por eso una enfermera está constantemente reciclándose. En mi caso y en el de mis compañeras, tuvimos que hacer un curso de nivelación para pasar de ATS a Diplomados de Enfermería. Hoy están las especialidades, sólo dos, pero se incrementarán; el Grado de Enfermería y, continuamente, hay cambios que te exigen una puesta al día. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a trabajar con un ordenador? Era impensable. Recuerdo cuando empezamos, ¡qué lucha!, yo, como siempre, de entrada me oponía, protestaba, pero después como no había más remedio, lo aprendía. Aún hoy me cuesta y me rebelo, pues después de una jornada intensa con consulta y visitas domiciliarias, tienes que llegar al centro y escribirlo, registrarlo todo en el ordenador si no, no has hecho nada. Pero es un avance muy importante. También los recursos han cambiado, y mucho, antes eran más escasos y simples. Por ejemplo, entonces usábamos jeringas de cristal, que era lo que había, ahora continuamente salen dispositivos nuevos, no terminas de aprender uno cuando ya sale otro. Todo esto nos exige un aprendizaje continuo, es un esfuerzo porque en esta profesión si de verdad te gusta, y ese es mi caso, estar al día es una exigencia.
—¿Cómo ve el problema de nuestros mayores en situación de dependencia?
—Yo cuido de mi madre los fines de semana, pues vive a más de cien kilómetros. Cómo soy madre y trabajadora, sé perfectamente las limitaciones que tienen infinidad de personas que están en las mismas circunstancias, pero que no tienen mi formación en el cuidado y atención de personas mayores. Cuando estás trabajando y te suena el teléfono, lo primero que piensas es “¿será mi madre?”. Y cuando estás con ella y la ves tan mayor, tan frágil... te sensibilizas, notas cuánto te necesita, una persona que ha luchado tanto en la vida por sus hijos, su marido, su casa y tan trabajadora. Se merece cuidarla, mimarla y quererla, pero la realidad es que tenemos que hacer más cosas y necesitamos ayuda. Con la Ley de la Dependencia se está paliando un poco esas necesidades. He podido comprobar que las personas que prestan servicio como cuidadoras formales, pues mi madre tiene esta ayuda, están muy preparadas y les aportan mucho cariño, mimo y alegría a tu ser querido. Sanitaria y socialmente vamos creciendo y creo que la Ley de la Dependencia es un logro muy importante, se le está prestando mucha ayuda a los mayores y a los cuidadores informales, no sólo ayuda física, también económica, para hacer frente a los problemas que se plantean simplemente por ser mayor, de incapacidad, de salud o por soledad. Ayudas orientadas a colaborar con el cuidador que a veces se ve tan cansado, que no dispone de tiempo para sí mismo.
—¿Qué opina de la prescripción enfermera?
—Pienso que, tras varios años de negociaciones, hemos conseguido un importante logro, el reconocimiento legal de un trabajo que veníamos haciendo día a dia. Cuando valoramos en un paciente la necesidad de un absorbente —pañal—, tiras reactivas o parches estamos haciendo una indicación, una prescripción y, sin embargo, antes no podíamos firmarlo. Ahora sí, completamos el trabajo y a la vez explicamos cómo usarlo o qué inconvenientes se puede encontrar, sin tener que derivar al paciente a otra consulta, con lo que estamos agilizamos su cuidado.
—¿Qué dificultades tiene a diario?
—Un sesenta por ciento de mi trabajo se desarrolla fuera del centro de salud, principalmente en los domicilios de los pacientes, pero también en los centros de enseñanza. La mayor dificultad que encuentro son las distancias, o ratios. En el centro de salud donde trabajo, situado en pleno centro de Jaén, lo mismo un día tengo una visita domiciliaria en la calle Catalina Mir Real —zona de la ballena azul—, y luego tengo que ver a otros pacientes en la calle Mesa. Y no puedes coger el coche porque cuando llegas al centro: ¿dónde aparcas? Para mírepresenta un gran problema pues pierdes mucho tiempo. Cuando se abra el centro del Boulevard este problema estará solucionado.