Violencia en una espiral que no tiene fin
Lo que sucede en Oriente Próximo es la consecuencia de un triste círculo vicioso: La violencia solo genera violencia. Israel amenazó con duras represalias y desde luego que lo ha cumplido, con creces. El pueblo palestino sufre en sus carnes una situación incalificable, no solo por las muertes de inocentes, sino por las condiciones infrahumanas en las que se encuentran los supervivientes, con infraestructuras destruidas y sin agua siquiera para beber.
Pero ya no se trata de buenos, ni malos, de quien tiene la culpa históricamente o de quien la deja de tener. Porque para matar nadie tiene razón. Eso para empezar. Hay que sentarse, correr una cortina e intentar ceder todos, todos, para evitar que se siga derramando sangre. Con el odio y el rencor no se llega a ninguna parte. Dicen que dos no discuten si uno no quiere, pero en estos asuntos, me parece a mí que para lograr la paz verdadera, es preciso que las dos partes lo quieran y se empeñen en conseguirlo, cueste lo que cueste.