Vino de honor por cincuenta años

Esperanza Calzado/Jaén
Cincuenta años no son nada cuando dos personas se quieren de verdad. Magdalena Aguayo y Germán Julián Miranda, residentes de Altos de Jontoya, hacen de esta premisa su bandera al renovar sus votos con sus bodas de oro. Fue una celebración entrañable y cargada emoción y de nostalgia.   

    09 dic 2011 / 11:28 H.

    El 28 de enero de 1929 nació Germán Julián Miranda. Ocho días después lo hizo Magdalena Aguayo. Al cumplir los 32 contrajeron matrimonio en su tierra natal, Lima (Perú). Desde entonces no se han separado ni una sola vez y, ahora, cuando apenas les queda un mes para alcanzar los 83, celebran sus bodas de oro lejos de su tierra natal. Y lo hacen con una combinación de tradiciones españolas y peruanas, porque en el corazón de estos ancianos, el amor se combina con la nostalgia. Emigraron a España en los 90, cuando se jubilaron, para estar con sus dos hijos, Juan Pablo y Germán. Vivieron en Torredonjimeno y en Torredelcampo, y, ahora, forman parte de la gran familia de la residencia de mayores Altos de Jontoya.
    Los preparativos de sus bodas de oro casi fueron tan importantes como la ceremonia, porque Magdalena no quiso dejar nada al azar. Entregó una  lista de invitados y dio todos los detalles del “vino de honor” —como se llama la copa de espera en Perú—. En la capilla de la residencia, con Julio Millán, el presidente de la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz, como párroco, renovaron sus votos, junto con sus hijos y sus tres nietos. No faltaron los obsequios, ni la bandera de Lima, que se aunó a una tradición muy española, la de tirar arroz a los novios a la salida de la iglesia. La banda sonora la puso el coro Altocastillo Guadalto.
    Y el secreto para llegar hasta aquí no es otro, como el matrimonio afirma, que amor, generosidad y comunicación.