Viñetistas y humor
José Benítez desde Jaén. Desde que nació la prensa libre se utilizaba la viñeta y el humor para reflejar temas complejos que de otra forma sería necesario varias páginas y el humorista lo soluciona con unos trazos y sus comentarios. Juan Carlos Contreras, en Diario JAEN, es un claro exponente del fino humor que con solo unos apuntes nos puede dar una lección magistral, en muchos conceptos.
Y Vica aporta su granito de arena, con sus viñetas y sus “chistes” que tienen su gracia. Pero como los citados será fácil localizarlos en cualquier hemeroteca, intento recordar algunos de épocas anteriores, sobre todo desde que en las Cortes de Cádiz se legisló la libertad de prensa (que en muchos periodos fue mutilada o simplemente anulada. Que cada cual, según su edad recuerde “épocas pasadas”). Solo con repasar los títulos de algunos periódicos resulta clarificador. “La Frailomanía”, “El Mochuelo Literario”, “La Cotorrita Constitucional”, “La Periodicomanía” (1820-21) (especializado en difundir, la desaparición de algunos de sus colegas, frecuente en aquella época de mucho ingenio pero escaso de presupuesto. En su primer número se lee: “Aquí yace sepultado (Oh que/ terrible dolor) quien siendo/ despertador a ninguno ha/ despertado. Muy breve fue su reinado/ murió porque era mortal. No hay que buscar a sus mal achaques/ de indigestión” . Y al desaparecer El Mensajero se lee: “Desde el número primero/se dejaba discurrir/ que iba bien pronto a morir/ el infeliz Mensajero”. En el trienio liberal surge “El Zurriagazo”, encabezado por el siguiente verso: No entendemos de razones/ moderación ni embelecos, a /todo el que se deslice/ zurriagazo y tente tieso. Previsto su contenido era normal que estuviese multado y suspendido con frecuencia. “El Garrotazo”, “El mata-moscas”, “El Guirigay”, “La Guindilla”, “La Tarántula”, “El Moscardón”, “La Cencerrada” son claros exponentes de este estilo de prensa. “El Burro”, “El Tío Camorra” y otros dirigían sus sátiras contra los políticos —al parecer este gremio siempre ha despertado escasas simpatías entre nosotros—. Contra Alejandro Mon, ministro de Hacienda, decía: “Figuraba el señor Mon/ imponiendo a la nación el / sistema tributario y/ haciéndose millonario con / mucha moderación”. Por lo visto y comprobado el enriquecimiento de los políticos —a costa del erario público— viene de lejos. Y en “La Flaca”, una caricatura alusiva a la regencia del general Serrano, en que se representa a Isabel II, al Infante Alfonso Carlos de Borbón: y al Duque de Montpensier, leyendo un anuncio: Se colocan reyes. Y cómo olvidar en el “régimen anterior” “La Codorniz”, látigo de esa política y causante del enorme trabajo para el “lápiz rojo” de la censura. Su oficina siniestra era todo un ejemplo del servilismo imperante y un escape para el mal humor de la clase “ajena al régimen”. Y como es natural el chiste y los calificativos anónimos eran de uso común. Cómo olvidar a Doña Collares, aplicado a la mujer de Franco por su afición a las joyas, Según los mal hablados, era el terror de los joyeros de Madrid. Con algunas amigas —que algo compraban— se acercaba a una joyería y simplemente decía: qué collar, qué sortija mas bonita. Y se iban. Al rato el joyero enviaba la citada prenda al Pardo, sin coste alguno.