Viernes de “desembarco”
Mañana puede ser el Día “A”, de Andalucía; o el día “S”, de Susana. Mañana desembarcan Ciudadanos, Podemos, IU y PP con sus votos, o con abstenciones a la investidura.
Las armas están en alto tras la representación del miércoles pasado. Peticiones a cambio, no ya de “síes”, sino de meras abstenciones, se cruzan por pasillos y escaños. Hay, incluso, quienes prefieren que se convoquen nuevas elecciones antes de permitir un gobierno con un cierto grado de estabilidad. “Ella se lo buscó”, afirman, mientras olvidan el oneroso desembolso que eso acarrearía. Alguien me comentaba que a pesar de que lleva toda la vida votando con emoción, con ganas, en esta ocasión, entre unos y otros, le estaban matando esa alegría de ir a votar, de sentirse partícipe en el Gobierno, ahora, de la comunidad, pero en breve municipal o nacional.
“Con qué garantías puedes emitir tu voto si no sabes en qué manos puede acabar”, apuntaba. “Desembarco” suena a guerra y, en el fondo, qué sino, eso es el escenario en que se mueve la investidura. Quienes se ufanaban de ser mano y llave en el gobierno, IU, son ahora meras comparsas que se permiten juicios poco sensatos. Los recién llegados, léase Podemos y Ciudadanos, han de posicionarse en sus casillas de salida frente a convocatorias próximas. Si apoyan una opción, eso puede condicionarles en el futuro. Y el eterno aspirante pretende sobrevolar la situación como si nada fuera con ellos aspirando a ese “quedarse tuerto para que alguien se ciegue”, sin pensar que quien pierde somos los andaluces. Sí. Como dice mi amigo, da la sensación de que pocos piensan realmente en eso tan etéreo que se llama “el pueblo”, en los votantes, en quienes los han posicionado ahí con sus votos. Ahora solo interesa posicionarse bien e intentar quedar adecuadamente con “los suyos” y no con todos. Una lástima. Amigo lector, quizá cuando leas esto ya se hayan despejado todas las dudas y se haya procedido a la investidura. O, probablemente, quizá no. Habrá que esperar a nuevos sainetes de toma y dame, de imposiciones, incluso, sin dialogo, y de bailes y postureos para dejar claro quién es quién. Aunque somos todos andaluces. Que nadie lo olvide.