Viejos recuerdos circenses
Intento evadirme, pero me es imposible. Cada vez que sé que el circo está en nuestra ciudad, me vienen los viejos recuerdos de mi infancia, cuando el que fue el mayor espectáculo del mundo llenaba por completo mis ilusiones. Si alguno de aquellos circos que se instalaban en el Portillo de San Jerónimo, tan cerca de mi casa, me hubiera ofrecido un trabajo me hubiera ido en sus caravanas con la ilusión de haber llegado a ser alguna vez un gran payaso. Para mí no había nada más grande ni sugestivo. Tuve la suerte de ver en la pista a Pompoff y Thedy, al Gran Canuto, a los Riquelme, Alava, Rudi Llata, Juanito Moreno, los Tonetti, Rubians y Caprani, los Díaz y muchos más, y conocí personalmente, años después, a Pepe Popey, Gaby Aragón y Fofito. Entonces el número más atractivo del circo era el que ofrecían el clown y el augusto y los había realmente inmensos. Siempre he pensado que el de payaso es el oficio más hermoso del mundo. Pero los grandes, los mejores, se fueron perdiendo y, como no es fácil ser un buen payaso, el circo recurrió a la manida y fácil fórmula de vestir a un músico de forma estrafalaria y ponerle una nariz de corcho, para que realizara las parodias de siempre. Creo que ésta fue una de las causas principales de que el mayor espectáculo del mundo decayera. Hace muchos años que yo hablaba de este problema con Antonio Cortés, un almeriense empresario circense del que fui buen amigo. Los últimos fueron los de la familia Aragón, y sólo Gaby, Fofó —el mejor—, Miliki y Fofito. Emilio Aragón, un magistral artista de espectáculo, nunca llegó a ser un buen payaso en su personaje de Milikito, como no la ha sido Rody, el hermano de Fofito. Ser payaso es ser de una raza especial y no todos lo consiguen. Tampoco lo lograron los Gabytos, hijos de Gaby, a quien fue el último payaso que vi bajo la carpa de un circo, hace ya de esto más de 20 años. Conocí a Gaby y me invitó a una función. Accedí y lo pasé mal, porque, además de hacerme saludar al público, la actuación de sus hijos no me llenó. Desde entonces no he visitado un circo, aunque sigue logrando que la sangre me hierva en las venas cuando veo su carpa dentro del paisaje de nuestra ciudad. La magia del circo sigue teniendo mucho atractivo para el pueblo y para mí.
Chascarrillo
Estos son otros
—Sí, “Los Panchos” han anunciado su visita a Jaén, pero no se trata de ministros, como tú dices. —Bueno, como los ministros cuando vienen prometen mil cosas y se van tan panchos.
—Sí, “Los Panchos” han anunciado su visita a Jaén, pero no se trata de ministros, como tú dices. —Bueno, como los ministros cuando vienen prometen mil cosas y se van tan panchos.
