VICTORIA GÁLVEZ GÓMEZ. "Leer me hace desconectar de la dura realidad de mi trabajo"
Ana Domínguez Maeso
Victoria Gálvez Gómez nació en Huelma, un bonito pueblo de la provincia, perteneciente a Sierra de Mágina y fronteriza con la provincia de Granada.
Victoria Gálvez Gómez nació en Huelma, un bonito pueblo de la provincia, perteneciente a Sierra de Mágina y fronteriza con la provincia de Granada.
—¿Cómo se desarrolló su infancia?
—Antes de hablar de mi infancia, tengo que comentarle una anécdota sobre el día de nuestro nacimiento, y digo bien, nuestro, ya que nacimos dos: mi hermana melliza y yo. El día 8 de septiembre se celebraba —ahora se celebra el primer domingo de septiembre— el día de la patrona con una romería, en el Santuario de la Virgen de la Fuensanta, situado a unos kilómetros del pueblo. Mi padre era taxista y tenía que ir al Santuario a llevar a clientes que lo habían contratado. Entonces, mi madre se puso de parto y mi padre, después de llevar a la comadrona a la casa, se marchó para hacer el primer viaje. Al regreso, pasó por la casa para ver cómo estaba mi madre y la comadrona le dijo que estaba bien y que había tenido una niña, yo. Mi padre volvió a su trabajo y, al regresar del segundo viaje, la misma operación; pasó por la casa para ver cómo estaban su mujer y su hija. Entonces, se encontró con que no tenía una, sino dos y decidió no hacer más viajes al santuario, pues con dos ya era suficiente.
Mi infancia transcurrió en el pueblo hasta que a los doce años me fui a estudiar fuera. De ella tengo gratos recuerdos, por ejemplo, cuando por las noches de invierno nos quedábamos sin luz eléctrica por las fuertes nevadas —en aquella época, en los inviernos hacia un frío que pelaba y más de una vez nos quedábamos sin ir a la escuela por la cantidad de nieve acumulada en las calles— y mi madre, a la luz de una vela, nos contaba historias. También recuerdo lo bien que lo pasábamos los veranos cuando venían al pueblo nuestros primos de Granada. Hacíamos teatros, en los que los forasteros eran los organizadores y los primos que vivíamos en el pueblo, que éramos más pequeños, los actores. También tengo recuerdos dolorosos, ya que mi madre murió en esa época, un acontecimiento que ha marcado mi vida. Más tarde, estudié Enfermería, profesión que ejerzo en la actualidad. Trabajo en el quirófano de Urgencias del Hospital Médico-Quirúrgico del Complejo Hospitalario de Jaén. Después, me casé con un hombre maravilloso y tengo dos hijos, que me llenan de satisfacción y alegría.
—Es enfermera, ¿cómo se decidió a estudiar esta carrera?
—Como he comentado antes, mi madre murió tras una larga y dolorosa enfermedad, cuando yo tenía doce años. Aunque era pequeña, recuerdo que me sentía frustrada por no poder hacer nada, ni por salvarle la vida, ni por calmar su dolor. Más tarde, estos recuerdos me hicieron decidirme por esta bonita y gratificante profesión. También me gusta mucho la docencia y soy profesora asociada de Salud. Me encanta poder enseñar a los alumnos, cuando realizan sus prácticas, los verdaderos conceptos de la Enfermería y poder contribuir a que, cuando terminen sus estudios, sean unos enamorados de su profesión, como lo soy yo.
—Tiene una afición que marca su día a día. ¿Cuál es?
—Es la lectura y, gracias a ella, estoy en un club, que se llama “Leyendo en Jaén”, desde el mes de febrero del año 2003. En aquel momento, un grupo de compañeros, todos ellos muy interesados en la lectura, decidimos leer juntos, es decir, formar un club, donde, mensualmente, pudiésemos poner en común las inquietudes e impresiones que tuviésemos al compartir un libro. De esta manera se inició la andadura que todavía hoy nos reúne en un café de la capital para comentar lo leído. Empezamos siendo diez miembros, cada uno, por orden alfabético, ponía un libro escrito por un autor en habla hispana. Poco a poco se fueron ampliando nuestras necesidades. Entonces, hicimos unos estatutos, que regularan nuestra actividad; ellos determinan desde cómo formar parte del club, cómo elegir los libros que se leerán, cuál es nuestra misión y hasta cómo se pierde la calidad de socio. Además, cada primavera visitamos un pueblo de Jaén, como actividad lúdica y cultural para el mayor conocimiento de nuestra provincia. También visitamos espacios o lugares descritos en libros de nuestra ciudad y mantenemos encuentros con autores de obras que el club haya leído.
—¿Qué lugares han visitado como actividad complementaria del club?
—Comenzamos las visitas realizando un paseo guiado por Jaén, en el que recorrimos todo el barrio de la Magdalena y visitamos sitios tan emblemáticos como la capilla de San Andrés, la iglesia de San Ildefonso o la Catedral. Aunque crees que conoces tu ciudad es increíble lo que puedes descubrir recorriéndola junto a un grupo de amigos. Se lo recomiendo a todo el mundo, es una experiencia espectacular. Hemos visitado Arjona, Úbeda, Baeza, Huelma, Bélmez de la Moraleda, Cambil y Baños de la Encina. Esperamos poder completar nuestro recorrido visitando el resto de pueblos de nuestra provincia, ya que pensamos que, de una forma u otra, todos ellos tienen algo que mostrar.
—¿Siempre leen autores hispanos?
—Hemos ampliado también a extranjeros.
—¿Cuántos miembros componen el club?
—En la actualidad, somos siete personas los miembros de este club: Ana Parra, Laura Fontecha, Mercedes Domínguez, Paco Parra, Cándida Barragán, Ana Domínguez y yo. El número de socios ha sido muy cambiante desde sus inicios, pero nunca ha sobrepasado los doce. Pensamos que, con un grupo reducido, podemos cumplir mejor con los objetivos que nos reúnen: “Disfrutar de la lectura, divertirnos y fomentar las relaciones de amistad entre nosotros”. La verdad es que resulta una actividad muy gratificante que te hace entablar relaciones muy diferentes con tus compañeros, ya que se desarrolla fuera del ambiente laboral. Además, mantenemos encuentros con autores de obras que el club haya leído. El último fue con un autor de Bedmar Antonio Reyes, después de leer su libro “El escritor de cartas”, donde pudimos comprobar las diferentes visiones sobre una misma lectura y el enfoque alternativo de una misma situación, desde la percepción de distintas generaciones. El autor es muy joven y nosotros, no tanto.
—¿A qué dedica el tiempo libre?
—Tengo poco, pero, como se puede deducir, me gusta leer, ya que, en muchas ocasiones, leyendo consigo desconectar de la dura realidad que me rodea por mi trabajo.
—¿Tiene otras aficiones?
—Sí, por supuesto, viajar. Me apasiona conocer otras ciudades, otras personas, otros países. Soy una gran viajera. Siempre que puedo me gusta recorrer el mundo, en el amplio sentido de la palabra, es decir, que lo mismo disfruto conociendo un país lejano, que una aldea escondida de nuestra sierra.
—¿Que consejo daría para fomentar la lectura entre nuestros jóvenes?
—Simplemente digo que leer es muy gratificante, estimula la imaginación, te permite correr aventuras, enriquece tu lenguaje, puedes conocer épocas anteriores, actuales o futuras, puedes viajar por la tierra, por el mar, por el espacio y nos hace sentir ternura, miedo... Siempre me faltará algo, por mucho que diga. He procurado que mis hijos me vean leer, he comentado libros con ellos, que tuvieran libros adecuados a su edad, pero sin obligarlos. La obligación produce rechazo.