Víctimas e instrumentos

Llevamos muchos años escribiendo como resistencia contra los métodos y efectos de la ideología neoliberal-social-demócrata-humanista-mesiánico-reformista, ejecutada desde los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de esta monarquía parlamentaria, esta partitocracia subordinada a los intereses financieros de aquella tiranía.

    11 ene 2014 / 09:36 H.

    Sobre todo, en estos últimos cuatro años, se confirma lo que llevamos leyendo y escribiendo desde hace más de veinte. ¿Y qué? No hemos hecho otra cosa que intentar desenmascarar a los impostores, denunciar a los criminales, evidenciar la perversión de su discurso,  descarado, cínico y sarcástico, ya a cara descubierta y sin complejos. Hemos intentado sacar a la superficie el muerto viviente de una ideología que más que estar al servicio del poder —como escribe lúcidamente el checo Václav Havel— ha conseguido, extrayéndole el poder al poder, que éste se postre a sus pies, convirtiéndose en su dictador, siendo “la tesis, el ritual y la ideología los que deciden sobre los hombres y no al revés”.  ¿Y qué? No hemos hecho otra cosa que oír, leer, escribir y comprender que la situación era y es “intolerable”, “injustificable”, “insultante”, “indignante”, “vergonzosa”, “escandalosa”, “excesiva”, “inadmisible”. ¿Y qué? ¿Se ha oído algún crujido en las estructuras del sistema? Antes de que eso ocurra, el Estado sella con miles de millones de euros las fisuras de las instituciones públicas y privadas. Lo sabemos, ¿y qué? Nos siguen robando, mintiendo, reduciendo, estrujando cada vez con más intensidad y sin complejos, con nombre, apellidos y NIF. ¿Y qué? Sin embargo, es mucho más desolador asistir a las condenas callejeras entre ciudadanos que se acusan entre sí de arruinar a España por haber vivido por encima de sus posibilidades y disfrutar ahora del subsidio y la vagancia. Esa tristeza, digo, es una estrategia inconsciente de una dramática adaptación a las circunstancias. Y los ideólogos de la tiranía lo saben. Lo mismo que Rajoy está haciendo lo que hay que hacer y no puede ser de otra manera porque las circunstancia lo obligan, a pesar de la tristeza que ello le produce, tanto el ciudadano condenado como el que condena, por ser el mismo, no hacen sino perpetuar las circunstancias a las que somete la ideología. “Uno y otro son objeto de un dominio, pero a la vez son su sujeto: son víctimas e instrumentos del sistema” (Havel).

    Guillermo Fernández Rojano es escritor