Viajar, la mejor forma de valorar lo bueno de España

Texto: Esperanza Calzado/ Fotografías: Rafael Casas
E l esfuerzo es la madre del éxito en la vida, y con trabajo duro se pueden conseguir muchas cosas. Entre las metas que se alcanzan está la de conocer los millones de rincones de película que ofrece el planeta Tierra. Los Almunia-Mena es una de las que tiene un amplio currículo viajero, un haber que les ha permitido disfrutar de un sinfín de lugares, de culturas y de costumbres que, ahora, enriquecen su vida personal. Eso sí, lo han hecho siempre con una idea clara: cada vez que regresan a España de alguna de estas estancias, valoran mucho más lo que les ofrece su país.

    22 jul 2012 / 10:09 H.

    Juan Antonio Almunia y Nani Mena se casaron el 16 de mayo de 1992, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla. Desde que se conocieron depositaron todos sus esfuerzos en labrarse un buen porvenir. Tienen una compañía de seguros y Juan Antonio bromea al recordar cómo iban con la Vespa a vender pólizas en el mercado. Después de veinte años de matrimonio, fruto del cual nació Alejandro Javier, de dieciocho, tienen más claro que nunca que hay que agudizar la imaginación y emplearse duro para labrar un buen futuro. Desde hace más de una década cosechan los frutos de esta mentalidad. Gracias a sus méritos en el trabajo han conseguido numerosos premios dentro de la empresa, reconocimientos que se han traducido en viajes, tantos, que ya conocen medio mundo. Además, ellos tienen clara la idea de que es importante salir fuera de España y descubrir diferentes culturas, algo que aporta saber a las personas, y así se lo transmiten a su hijo. Por eso no dudan en organizar por su cuenta, también, otros destinos mundiales. Porque son de la opinión, como asegura Nani, de que es una pena estar en el mundo y no conocerlo, por lo que hacen todo lo posible para viajar. Sin embargo, no solo traspasan las fronteras de la Península, sino que también disfrutan mucho al visitar los parajes maravillosos que esconde España.
    Como todo empresario que se precie, la familia Almunia-Mena organiza las vacaciones teniendo muy presente las necesidades del negocio, donde trabajan los dos. Tienen la suerte de contar con un apartamento en Torremolinos (Málaga), por lo que siempre que disponen de un hueco hacen una escapada. Para ellos, las vacaciones comienzan nada más llegar el calor, cuando trasladan su domicilio familiar a su viña —denominación que se utiliza en Andújar para las casas en la sierra—. En El diputao, nombre de la finca, pasan los tres meses de verano y aprovechan para organizar cenas y reuniones con familiares y amigos. Está justo a los pies del cerro La Atalaya, un paraje incomparable donde los animales campan a sus anchas, sin duda un privilegio para ellos. La denominación de El diputao no es casualidad. Ellos fueron hermanos mayores de la Virgen de la Cabeza en el periodo 2003-2004 y, como mandan los estatutos, cuando se deja el cago se pasa a ser diputado, de ahí el nombre de la casa. Alejandro Javier, que como todo joven, va por libre, sus padres le han habilitado un espacio aparte para que esté con sus amigos.
    Además de estas semanas en el campo, en agosto se marcharán una semana a Torremolinos. Reconocen que no pueden disfrutar de un mes entero de vacaciones, como otras familias, porque tienen que atender el negocio, pero nos les importa. Saben que durante todo el año también se puede viajar y hacer escapadas desestresantes. Además, Juan Antonio es un apasionado de la caza, por lo que muchos fines de semana también aprovecha para practicar este deporte.
    Una de las novedades de este año es que su hijo no estará con ellos, como suele ser habitual. Alejandro Javier se estrena en su particular pasaporte turístico y se marcha a Inglaterra, a Oxford, a perfeccionar su nivel de inglés. Antes había estado en Portugal con sus padres, pero es la primera vez que sale fuera de la Península solo. Y es que si algo ha aprendido el matrimonio Almunia-Mena de todos los destinos a los que ha viajado es que es indispensable conocer este idioma. “Cuando no sabes inglés te sientes un analfabeto y un inútil. Es importantísimo para viajar. Pero también es muy importante para trabajar”, asegura el matrimonio. Por eso su hijo se marcha encantado al país que, este año, acoge los Juegos Olímpicos. A buen seguro que no se sentirá intimidado porque, precisamente él es el que prepara a sus padres cuando se marchan al extranjero. Les busca información del país que van a conocer, de las costumbres, de lo que tienen que visitar e, incluso, de lo que deben no hacer.
    Juan Antonio y Nani no pueden evitar sentir cierta nostalgia al ver cómo su pequeño se hace mayor. Recuerdan las vacaciones de antaño y cómo han cambiado ahora. En un principio, los veranos se aprovechaban más para estar la familia reunida. Se marchaban juntos a la playa, siempre la Costa del Sol, aunque por aquel entonces no disponían de un apartamento, por lo que iban a hoteles o a viviendas alquiladas. Con dieciocho años, Alejandro Javier ya quiere volar solo, al igual que los primos con los que se juntaba de pequeño, por lo que el sistema de vacaciones ha cambiado un poco. Aun así, ellos disfrutan mucho de Torremolinos y de la viña, dos espacios con los que están encantados.
    Dentro de todo este diario de viajes del matrimonio Almunia-Mena hay una singularidad a la que ellos siempre se refieren. Se da la circunstancia de que en muchos de los lugares en los que estuvieron se produjo después una desgracia. Visitaron New Orleans y al año se inundó con el Katrina. Fueron a Tokio, y a los meses hubo un terremoto. Celebraron su aniversario en una discoteca de Bali y a las semanas se produjo el atentado que costó la vida a numerosas personas. A pesar de estas coincidencias, ellos no le temen a viajar ni creen que tengan “gafe” porque, como buenos iliturgitanos, allí donde van portan consigo a la Virgen de la Cabeza, que, como ellos dicen, los protege. Este año querían ir a Kenia, destino que al final se les torció, pero a buen seguro que en mente ya tendrán algo preparado para más adelante. Porque, como ellos dicen, hay que tener una hucha durante todo el año para que después no resulte caro viajar y poder disfrutar de ese placer.

    Cómo evitar robos en el hogar durante el verano


    Con la llegada de las vacaciones, los jiennenses que se marchan fuera de casa siempre tienen una duda en mente: qué se encontrarán cuando vuelvan. Y es que cada vez es más normal que los amigos de lo ajeno aprovechen los meses estivales, cuando las viviendas están vacías gran parte del tiempo, para entrar y llevarse todo lo de valor que tenga la familia. Por eso, todos los años, la Policía dicta una serie de recomendaciones para garantizar lo máximo posible la seguridad del inmueble:
     
    1Una premisa básica es no dejar, bajo ningún concepto, las llaves de la casa a personas que no sean de entera confianza. Lo ideal es entregar una copia a familiares, amigos o vecinos que ofrezcan una completa seguridad. Además de que ellos velarán por la vivienda cuando los propietarios estén de vacaciones, también son de gran ayuda cuando se pierden las llaves o se dejan dentro de la casa. En caso de que se extravíen es muy importante llamar a un cerrajero para cambiar la cerradura, porque es preferible este pequeño desembolso antes que lamentar males mayores.

    2Es importante no anunciar a bombo y platillo la marcha de vacaciones. Sobre todo hay que evitar comentarlo en comercios o en los aledaños del hogar. También hay que intentar ofrecer datos sobre las fechas en que se estará ausente, pues es facilitar al máximo la información a los ladrones que estén al acecho.

    3Una de las muestras más evidentes de que no hay nadie en casa son las notas y comunicaciones que se dejan en la puerta, se deslizan por debajo de ellas o en el buzón. La lectura del gas, la publicidad o los recibos se pueden amontonar durante la ausencia, lo que da muchas pistas a los cacos. Por eso es recomendable contar con la ayuda de algún vecino, amigo o familiar para que recoja toda esta documentación durante las vacaciones.

    4Bajar totalmente las persianas de la casa es una muestra irrefutable de     que no hay nadie dentro. Es preferible dejarlas a medio subir, con lo que se produce el efecto de que se intenta evitar la entrada del calor. En caso de que el inmueble cuente con portero, este puede acudir de vez en cuando para elevarlas y bajarlas, lo que da un aspecto de normalidad. Lo que sí debe tener muy presente todo el vecindario del inmueble es que no se ha de abrir la puerta a los desconocidos, ya que se les concede entrada directa al vivienda. Además, lo ideal es tener una puerta de acceso a la vivienda que ofrezca una alta seguridad y tenga mecanismos suficientes para dificultar un asalto. En los bajos y los altos, sobre todo, es recomendable dejar todas las ventanas y balcones cerrados, así como las persianas, ya que, de no ser así, se pueden dar muchas pistas a los delincuentes.

    5Con respecto a los materiales de valor, lo más prudente es no dejar objetos de valor ni dinero en la casa. Si no hay más remedio, deben mantenerse en lugar seguro (cajas privadas o bajo llave en algún mueble). También es muy aconsejable realizar una relación detallada de los objetos de valor, joyas, cuadros, aparatos audiovisuales u ordenadores, con sus números de serie o inscripciones para informar a la Policía en caso de robo.