Verde sí, pero no inmune a la Ley

La película bien podría llamarse “21 días” y seguro que daba tan buen resultado en taquilla como la vida misma. No es por dar ideas, pero sólo Greenpeace sabe y sabrá los beneficios de todo tipo que va a obtener del calvario personal e intransferible del líder de esta organización en España, encarcelado e incomunicado durante tres semanas por querer llamar la atención sobre el pobre planeta Tierra, que se va al garete.

    12 ene 2010 / 23:00 H.

    O eso dicen ellos, claro. El mejor sitio para darse publicidad gratuita era la Cumbre del Clima, donde 120 líderes mundiales se dieron cita para hablar de lo divino y de lo humano y no llegar a conclusión productiva alguna. Seamos realistas, cuantos más se juntan, más cuesta que se pongan de acuerdo. Que se reúna Obama con Sarkozy, el japonés Akihito, el líder chino y alguno más por hacer bulto, y lo que digan ellos va a misa. Amén. La cuestión es que la jugada les ha salido redonda y hay que felicitarlos, eso vaya por delante. Ahora bien, si yo fuera ecologista de Greenpeace, primero miraría cómo trato a mis trabajadores, con contratos basura, que son personas y no plantas, antes de preocuparme por la salud del globo terráqueo. Es digna de admiración su filosofía de lucha de David contra Goliat, pero no todo es blanco ni negro, ni en esta historia hay sólo buenos y malos. La ley está para cumplirla, lógico, y cuando se planea una acción que sobrepasa los límites permitidos, lo mínimo es saber a qué pena te expones. Si yo fuera ecologista, insisto, además de ser Quijote, estaría preparada para asumir las consecuencias. Quizá desproporcionadas en este caso, pero la normativa danesa no se la sacaron de la manga, aunque sí parece que se aprobó ex profeso para esa Cumbre. Con todo, ellos mismos han confesado que no sabían a qué castigo se exponían. Ahora ya lo saben. Con todos los respetos, los sandías (verdes por fuera y rojos por dentro) no tienen inmunidad por ser el Capitán Trueno de las plantas y los animales. Y no he leído en qué medio de transporte regresó de Dinamarca, aunque supongo que en un contaminante avión, en lugar de un limpio y sostenible coche de caballos.