Vencer

Desde jaén. Hoy hace un año que le detectaron el maldito tumor a Loli —mi esposa— con el que se inició una terrible historia con un final feliz. Sí, ocurría el 24 de agosto de 2012, después de 11 largos meses intentando averiguar de qué se trataba esa traicionera lesión de la que todas las pruebas daban negativo, pero pese a ello la joven neumóloga Gema Tirado, del hospital gaditano de Puerto Real, una brillante neumóloga enamorada de su profesión, nunca quedó satisfecha con esos “buenos” resultados y jamás descartó las sospechas de tratarse de algo serio y muy peligroso: posible cáncer. Por lo que lejos de tirar la toalla y dar por zanjado el asunto a la vista de los favorables informes derivados de las numerosas  pruebas realizadas, en un alarde de responsabilidad, sensibilidad, humanidad y, sobre todo, buen sentido de la deontología medica, seguía sumida en su pertinaz empecinamiento por llegar hasta el final para descartar o afirmar esas sospechas que tanto la intranquilizaban.

    26 ago 2013 / 07:30 H.

    Y para ello, como último recurso, la deriva al Hospital Virgen de las Nieves, de Granada,  a fin de practicársele allí una toracotomía, o lo que es lo mismo, una intervención quirúrgica mayor con el objeto de llegar físicamente hasta esa cosa para ver in situ su magnitud y extraerle una muestra para su estudio patológico que determinara o desvelase con exactitud en qué consistía aquella lesión. Resultado: “mesotelioma pleural maligno”. O sea, un cáncer de los más peligrosos, agresivos y con mayor índice de mortalidad de cuantos existen. Se confirmaban así las sospechas de la doctora Gema Tirado. Sospechas que, por cierto, en todo momento fueron reprobadas por determinados profesionales del mismo servicio de neumología de ese hospital. Dado el estado de la enfermedad, que gracias a la obstinación y gran profesionalidad de la doctora Tirado fue detectada relativamente pronto, existía un frágil hilito de esperanza ante un fatal desenlace. Y este pasaba por una delicadísima y agresiva intervención quirúrgica muy poco usual en Andalucía —normalmente, salvo excepciones, para este tipo de cáncer, muy escaso en todo el mundo, según los médicos, el tratamiento solo es quimioterapéutico hasta que el cuerpo lo resista, que no suele  pasar de un año—, como era una pleuroneumonectomía, que consistía en quitar pulmón —en este caso el derecho entero—, pleura, diafragma y pericardio. Una bestialidad, vamos. Por lo que el cirujano torácico que llevaba el caso en Granada nos aconsejó que no se realizase dicha intervención y nos decantásemos por el tratamiento paliativo de quimioterapia, porque “para que vamos hacer nada si de todas formas va ser para seis meses”, me dijo. Esto ocurría en la última semana de agosto del pasado año. Pero a primeros de septiembre se incorpora tras sus vacaciones el doctor Florencio Quero Valenzuela, cirujano torácico  —y, además, neumólogo—, un chico joven, adorable, miembro del servicio de Cirugía torácica de ese centro hospitalario granadino, quien estaba ajeno a todo por encontrarse ausente en su tiempo de asueto estival. A iniciativa de Gema Tirado, que en todo momento estuvo —y está— ahí apoyándonos y ayudándonos siempre, el día 5 de septiembre nos recibe el doctor Quero en su consulta de Granada y tras analizar detenidamente el caso de Loli, decide operarla, porque, dado el “buen estado en el que se encuentra la enfermedad, que la paciente es joven, nunca ha fumado, lleva una vida sana, goza de una buena alimentación, está muy fuerte”, manifestó, además de otras cuestiones mas técnicas que nos relató muy favorable, “todo hace pensar que no debe haber ningún problema, sin apartarnos de la realidad de la gravedad y peligrosidad de esta intervención quirúrgica”, nos dijo entre otras cosas, además de explicarnos de forma pormenorizada, exhaustiva y muy didáctica, perfectamente entendible, en qué iba consistir esa operación. Pero todo en un tono muy amable, cariñoso, cercano, positivo, y optimista, que nos devolvió la esperanza y nos hizo ver esa luz que nunca veíamos al final de ese túnel lúgubre en el que nos sumió aquel cirujano torácico que se aventuró a darle seis meses de vida a Loli. La operación, que duró casi nueve horas, en la que el doctor Quero estuvo asistido por los doctores (MIR) Carlos Fernando Giraldo y Francisco Hernández, dos chicos jóvenes encantadores, eficientes, con gran sensibilidad, se realizó el 9 de octubre de ese mismo año (2012) con un rotundo éxito. Tras la cual, unas sesiones de quimioterapia y otras tantas de radioterapia, que supusieron un auténtico calvario, se venció a ese peligrosísimo cáncer tan traicionero y mortal, gracias a la pericia de dos jóvenes genios de la medicina como son Gema Tirado Conde y Florencio Quero Valenzuela. Un orgullo, un honor, un lujo, una gran dicha, un placer, una alegría tener a estas dos eminencias en la Sanidad Pública como paisanos. Porque son dos jiennenses de Linares y de Lopera, respectivamente.
    josé oneto