Vecinos del dueño de la almazara de Higuera destacan su honorabilidad
Nuria López Priego
Arribó a Higuera un día de 1974. Venía de Alcalá y traía consigo “un capitalillo”. Creó la Fábrica de Aceites San José y San Cayetano. “Solo” y con “esfuerzo”, José Antonio Fuentes Ibáñez logró la confianza de sus vecinos y el prestigio de la almazara. Tras 35 años de “conducta intachable”, un “desfalco” demuestra que “no es oro todo lo que reluce”.

Arribó a Higuera un día de 1974. Venía de Alcalá y traía consigo “un capitalillo”. Creó la Fábrica de Aceites San José y San Cayetano. “Solo” y con “esfuerzo”, José Antonio Fuentes Ibáñez logró la confianza de sus vecinos y el prestigio de la almazara. Tras 35 años de “conducta intachable”, un “desfalco” demuestra que “no es oro todo lo que reluce”.
Cuando, a finales de la semana pasada, decenas de olivareros de Jaén, Córdoba y Sevilla recibieron en sus casas una circular con el membrete de Fuentes Ibáñez, S. L., en la que se les informaba de que, por la crisis, la empresa tenía “serias dificultades para poder hacer frente a los compromisos de pago” con los proveedores y decidía “formalizar una hipoteca sobre la almazara” como garantía del cobro, a la mayoría se le cayó el cielo encima.
“Se me abrió la tierra”, se sincera Francisco Lopera. Este higuereño vive “única y exclusivamente” de la aceituna: “Soy un agricultor pleno y además arrendatario”. La quiebra de la Almazara Fuentes Ibáñez se ha tragado las dos últimas cosechas de aceite de este olivarero, que, sin dar cifras, apunta: “He perdido cantidades importantes para poder vivir todo un año y de forma desahogada. Ahora no puedo ni comprar un tractor”. Como él, hay otros 174 cosecheros, por lo menos.
Agricultores, muchos de ellos amigos, que, hace apenas unos meses, habrían puesto la mano en el fuego por el dueño de la almazara, José Antonio Fuentes Ibáñez. Artífice, hoy, de uno de los mayores “desfalcos” cometidos en la provincia. Pero ¿quién hubiera imaginado algo así en una fábrica que molturaba aceite desde hace tres décadas, y de un hombre que, en los treinta y cinco años que llevaba en el pueblo, siempre “tuvo una conducta intachable”?
Procedente de Alcalá, José Antonio Fuentes Ibáñez se instaló en Higuera “hace treinta y cinco años”. Cuenta Francisco Lopera que “vino con lo puesto”. “Traía un capitalillo” y, en 1977, lo invirtió en la compra de la antigua fábrica Olior Porcuna, informa uno de sus empleados, Feliciano Arquillo. Sobre ella, cimentó una sociedad limitada con la que, no sin “esfuerzo”, logró hacerse un hueco en “un pueblo pequeño y con mucha competencia entre cooperativas ”. Nació así la Fábrica de Aceites San José y San Cayetano. “Y, en treinta años —arguye Arquillo— , [José Antonio] fue un gerente ejemplar”. “Luchó por por los cosecheros y por conseguir el mejor precio para los aceites. Te regateaba, pero ese era su trabajo. Él era el negociante”, lanza Francisco Lopera. Fuentes Ibáñez era un hombre “austero”, “entregado a su trabajo”, que nunca ostentó grandes lujos. Tanto es así que —recuerda Arquillo— tuvo “un BMW que estaba hecho polvo hasta hace poco. El coche tenía, por lo menos, catorce o quince años. Los mismos trabajadores le decíamos que eso no le pegaba a él, con su posición”. “Ejemplo de educación” —indica el teniente de alcalde, Fernando Pozo—, José Antonio Fuentes Ibáñez nunca coqueteó con ningún partido político.
Con una conducta intachable, hacía gala de un carácter “afable”. “Antes que como cliente, te trataba como amigo”, asevera Lopera. La “garantía” que, para muchos, personificaba el empresario, llevó a Fuentes Ibáñez a molturar once millones de kilos de aceitunas, al margen de un suceso que, en 2003, pudo llegar a mellar la actividad de la almazara: la famosa trama Iniosa, en la que su hermano es el principal sospechoso. “Le afectó mucho —dice Arquillos— pero nadie dejó de llevarle aceitunas por ser hermano de...”. “[José Antonio] no daba el perfil de un timador”, asevera Lopera.
La pregunta que todos se hacen es cómo ha podido pasar esto y por qué ha hecho esto un hombre que estaba próximo a la jubilación. José Antonio Fuentes Ibáñez tiene 63 años. “Seguro que ha tenido oportunidad de hacer fraude con cantidades más sustanciosas”, aventura el socialista José Jiménez. Hay quien opina, no obstante, que, detrás de lo ocurrido, puede estar su hermano Enrique, “cerebro” de Iniosa. Nadie sabe nada y el empresario sigue en paradero desconocido. “No puede venir aquí —manifiesta Lopera—. Sería como si una liebre se pusiera delante de un cazador”.