Variedad de estilos en un blues de altura

Wilko Johnson salió con cara de resignación de la clínica en diciembre del año 2012. El médico le dijo que padecía un cáncer de páncreas terminal, lo que se traducía en pocos meses de vida. Por suerte, el diagnóstico del galeno era erróneo, pues, la madrugada del pasado viernes, el guitarrista y compositor británico dio una clase magistral de blues en el coso taurino de Cazorla.
Fue uno de los momentos álgidos del festival, sin duda. Previamente, la noche la abrieron Igor Prado y Willie Walker. El Escenario Cruzcampo no tardó mucho en rendirse mucho a este dúo, que mezcla connotación de blues, swing y jazz. Y es que, en cuanto a nombres, la segunda noche de festival era la que, “a priori”, menos atraía al público, pero lo cierto es que ninguno de los cuatro grupos en escena decepcionó al respetable.

05 jul 2015 / 08:19 H.


Tras Prado fue el turno del citado Johnson. Parece que haber superado la enfermedad —una operación en abril de 2014 le salvó la vida— se ha traducido en una inyección inmensa de vitalidad, pues no paró. Y el público lo premió con la mayor de las ovaciones posibles. Guardarán un buen recuerdo mutuo audiencia y artista.
Ya pasadas las dos de la madrugada entró en liza Moreland and Arbuckle, que son, sin duda, uno de los grupos más queridos de esta edición o, al menos, de los más populares. Y es que han actuado en dos escenarios y lo han hecho con éxito, atrayendo a un nutrido grupo de fans. El concierto en la plaza no defraudó a nadie. Los “bluseros” salieron rendidos al talento de este grupo de jóvenes y, especialmente, al buen hacer del vocalista Dustin Arbuckle, cuya eterna barba rubia marca el camino de sus seguidores. Un especie de “hipster” que deleitó a cazorleños y foráneos en los tres cuartos de horas que permaneció sobre el escenario.
La guinda a la segunda noche del que fuera nombrado mejor Festival Internacional de Blues en 2013 la puso Selwyn Birchwood, que demostró que ligar la palabra calidad con la palabra experiencia no es siempre lo más acertado. Y es que Birchwood fue, el pasado año, el ganador de la mundialmente reconocida Blues Challenge, superando a más de 125 bandas de todo el globo terráqueo. Su estilo desenfadado y contemporáneo se ganó el corazón de todos los asistentes.
Y pese a que el espectáculo acabó pasadas las cuatro de la madrugada, las más de 25.000 almas presentes en Cazorla durante estos tres días mágicos demostraron que no han venido al pueblo serrano a descansar. Una cerveza fría fue el mejor desayuno para estos intrépidos que, desde las doce del mediodía, empezaron a abarrotar el Escenario Gypaetus, situado en la Plaza de Santa María, para encarar la última jornada.
Para empezar, un plato fuerte. Cazorleans Blues Band, un grupo con raíces locales, demuestra que germina en el municipio un sentimiento grande hacia este estilo musical surgido en Nueva Orleans. Por tanto, apostar por formaciones locales que se lanzan a   la aventura “blusera” es, sin duda, un acierto de la organización. Los jóvenes cuatro componentes del grupo estuvieron a la altura de     las circunstancias.
Tras la vuelta al escenario del anteriormente citado Igor Prado, le tocó el turno a Marcus Bonfanti. El londinense fue despeinando su melena conforme avanzaban los minutos y el calor. Su juventud no está reñida con la calidad, pues en sus acordes se denotaban reminiscencias de psicodelia, jazz o funk. El encargado en poner fin a la mañana musical fue José Luis Pardo.
Por la tarde noche, el Paseo del Cristo volvió a abarrotarse para los conciertos de Adrián Costa, Labelle y Marcus Bonfanti, que repitió pocas horas después. Ya cerrada la edición de Diario Jaén, Edu Manazas and Whiskey Tren, John Hiatt, Los Lobos y The London Souls pondrán un broche perfecto a esta vigesimoprimera edición del Festival de Blues de Cazorla.