Vara de medir

El indicador de la economía española y por lo tanto el indicador del estado de ánimo de la sociedad como masa y, por lo tanto, el indicador del estado psicológico de cada uno de los españoles se mide según las declaraciones de los representantes políticos, lo mismo que se mide el índice de muertos en Siria, no solo según lo que gasta el gobierno en armas, sino lo se les suministra a los rebeldes. Según Financial Times, Qatar lleva gastados unos tres billones de dólares.

    08 feb 2014 / 09:53 H.

    ¿Pero quién le vende las armas a Qatar? El indicador se consigue con lo que su propaganda informa, más lo que calla, más lo que calla la oposición. Me refiero a España. Tengamos en cuenta que la representación se ejerce atendiendo a unas reglas de juego pactadas exclusivamente entre los ganadores. La mayoría del PP se obtuvo con los votos de solo un 30% de la población votante. Pero según las reglas, el 70% (entre abstenciones, votos en blanco, etcétera) se utiliza para reconocer al ganador. Un juego ficticio que obliga a aceptar como reales a la economía y a las personas. O sea, si el ministro Montoro dice que en España están subiendo los salarios, si Pons anuncia tres millones y medio de puestos de trabajo para el 2015, si Alfonso Alonso que habrá un pacto contra la corrupción entre corruptos, si el Bundest Bank pronostica que la deuda pública española no será satisfecha y anima a las grandes fortunas a que aporten dinero, como hace el Papa Francisco desde la banca del Vaticano, si los bancos siguen aumentando sus ganancias. En fin, si el gobierno promete que las contrataciones aumentarán un 3% en 2015, ¿no se estará refiriendo al número de suicidios que seguirá creando su reforma como estrategia para equilibrar la balanza del paro? ¿Cómo tenemos que entenderlo, según los valores asignados a la realidad otorgada por la reglas del juego y la evidencia de que los bancos ganan más a medida que se van vendiendo los pisos de los suicidados? La viñeta de Steve Bell en The Guardian, basada en los informes de Qatar, muestra cómo el presidente sirio Bashar al-Assad no solo es responsable de la tortura y la ejecución masivas y la muerte de más de cien mil personas, sino que además se siente orgulloso de ello. ¿Cómo debemos interpretar el sentimiento de orgullo que siente —y proclama a bombo y platillo— el gobierno español como responsable directo de la atroz realidad impuesta a los españoles?

    Guillermo Fernández Rojano es escritor