Valdepeñas. Radiante camino hasta Chircales
Juan Antonio Cabrera/Valdepeñas
Los valdepeñeros consideran lo más querido al Cristo de Chircales. Por eso, como cada año, lo honraron en su ermita, situada a cinco kilómetros del casco urbano. Los primeros datos conocidos sobre el venerado cuadro se remontan a principios del siglo XVII.
Los valdepeñeros consideran lo más querido al Cristo de Chircales. Por eso, como cada año, lo honraron en su ermita, situada a cinco kilómetros del casco urbano. Los primeros datos conocidos sobre el venerado cuadro se remontan a principios del siglo XVII.
Los miembros de la cofradía lanzaron, ayer, antes de que amaneciera, los primeros cohetes. Con la mirada puesta en el cielo marchaban animados con la esperanza de que las precipitaciones dieran una tregua para poder sacar al Cristo hasta la era y celebrar la misa. En la casa de la cofradía de Valdepeñas, que preside Juan Sánchez Serrano, se concentraron las quince carrozas, que este año, se presentaron en la Plaza de la Constitución. Todas fueron obsequiadas por el Ayuntamiento con víveres. La comitiva, acompañada de la Agrupación Musical Benito Ortega recorrió las principales calles y recogió a la cofradía filial de Jaén y a la Corporación Municipal y el párroco. Todos, junto con las carrozas, se dirigieron a las eras de Santa Ana y, desde allí, hacia la ermita.
El Cristo aguardaba preparado en sus andas. El capellán y párroco de Valdepeñas, Santiago Salazar Romero —llegado al municipio meses atrás— ofició por primera vez la eucaristía, en la que cantó el coro juvenil. “Que el Cristo de Chircales os guarde y os guíe”, deseó el sacerdote a los presentes en la ceremonia. Tras la misa, la procesión regresó al templo. Una vez en la puerta comenzó a caer una tímida lluvia —que parecía atender las súplicas para que se pudiera desarrollar la ceremonia en el campo—. Las precipitaciones arreciaron a partir de las tres de la tarde.