Valdepeñas de los Jilgueros
Tras permanecer un corto período de tiempo enjaulada, fue puesta en libertad por Baltasar, el sastre, que esperó con emoción su regreso. Trascurrieron varios días y cuando él se había hecho a la idea de que ya no volvería, la jilguera regresó ante la alegría del sastre y de sus aprendizas. Desde ese momento, la jilguera entraba y salía de la sastrería a su antojo, revoloteaba por la estancia, se posaba en los cuadros, en el hombro de su amigo, en la mesa de corte.
Baltasar, que mantenía largas conversaciones con ella, le recriminaba el que se acercara tanto a las tijeras, mientras cortaba, por miedo a herirla. A veces, cuando volvía y encontraba la puerta cerrada, cantaba apoyada en el balcón, llegando, incluso, a picotear en los cristales cuando no era escuchada. Por las noches solía dormir agarrada a los cables de la luz o en alguna viga del techo. Un día la jilguera no volvió. La tristeza invadió la sastrería. Todos creyeron que había caído en alguna trampa, o que algún cazador había terminado con su vida. Al cabo del tiempo, regresó de nuevo, pero en esta ocasión acompañada por un apuesto jilguero y de cuatro lindos jilguerillos. Había estado anidando. La sastrería fue toda una fiesta. Ella, decidida, entró la primera; el jilguero, sin titubear, después; los jilguerillos, tras descansar unos momentos en la reja de una casa cercana, a continuación. Desde ese momento, y ante la mirada atónita de los vecinos, la jilguera siguió visitando diariamente a su amigo; a veces, sola; otras, acompañada por sus hijos. La prensa se hizo eco de la noticia y la historia de la jilguera se extendió por todos los rincones de España. Una pléyade de poetas de “Alforjas para la poesía” visitó la ciudad y, con la jilguera y el sastre como testigos, recitaron bellos poemas, en una jornada inolvidable. Desde entonces, hace ya sesenta años, Valdepeñas de Jaén también es conocida como Valdepeñas de los Jilgueros. Con esta historia real, que puede parecer un cuento, solo pretendo, coincidiendo con San Antón, patrón de los animales, poner un toque de esperanza a las situaciones de crispación que, previsiblemente, continuaremos viviendo a lo largo del año.
Juan Infante es maestro