¿Utilidad o ilegalidad?
Hoy me gustaría tratar un tema del cual he sido consciente hace poco, algo novedoso, pero peligroso al mismo tiempo.
Me refiero a los Drones, esos aparatos que comenzaron a utilizarse para misiones de guerra y que ahora puedes comprarte tú mismo por un más que módico precio. Recuerdo que la primera vez que vi este aparato me maravilló, pero al ser otro de las nuevas tecnologías disponibles para probar por el ejército de Estados Unidos —como todas—, no le di más importancia que la de ver un pequeño avión —sin forma de avión— teledirigido, un simple invento del ejército que no quedaría más que en eso: Un medio de ayuda en búsquedas y rescates. Pero con el tiempo, el drone ha llegado a nuestras vidas y, como comentaba antes, a un precio más que asequible para una familia de ingresos medios. Si tienen tiempo de entrar en Internet, vayan a Youtube, y pongan en la barra de buscador “Drone Chernobyl”. Grabaciones como la que comento son las que demuestran las maravillas que puede llegar a hacer este aparato: Una imagen nítida del interior de Chernobyl, cuando la radiación casi ni permite acercarse. Cualquier persona, con más o menos movilidad, puede acceder a cualquier lugar del mundo gracias a esta maravilla. El problema es que es un arma de doble filo. En primer lugar, es un aparato peligroso, de una complicada manipulación. No puedes “interactuar” con él mientras está en funcionamiento (que se lo digan a Enrique Iglesias —y a sus ideas de bombero—, a quien tuvieron que dar puntos por tocar uno activado en medio de un concierto. Por último, y lo más importante, es la facilidad con la que se puede invadir la intimidad de cualquier persona.