Urdangarin
Plácido Cabrera Ibáñez desde Jaén. La justicia en nuestro país a pesar de los medios, adelantos técnicos y del aumento de personal aún sigue siendo muy lenta. Esta situación supone para muchas personas —algunas de ellas inocentes— un largo y penoso calvario personal y familiar. En estos últimos meses, el escándalo atribuido a Urdangarin, se ha traducido en un continúo clamor “paparazzichesco” a este personaje de la vida pública, por si vinculación matrimonial con la hija del Rey, sin que aún se haya realizado el juicio,
casi todos los días de manera insistente es condenado y ultrajado en tertulias, prensa, televisión, etc. No pretendo quitar la culpa o responsabilidad de aquello por lo que pueda ser juzgado, y en el peor de los casos condenado. No hace falta mucho esfuerzo para darse cuenta que no es ni el mayor posible corrupto o defraudador. ¿Cuántas personas que por ahora no están imputadas, bien por no haber sido denunciadas, o porque han sido mucho más inteligentes que él, o han tenido mejores asesores y compañeros, se han enriquecido mucho más que él? Pienso que no es justo el trato mediático y público que este hombre está recibiendo, aún cuando su posible culpa sea muy grave, y la justicia pueda condenarlo, sin embargo, como persona se merece todo el respeto, así como los demás miembros de su familia, en especial sus hijos que aún son pequeños, y que en estos momentos tristes y dolorosos para su padre también tienen derecho a recibir el trato, respeto y consideración como cualquier otra persona.