Unos naipes muy educativos para aprender Química
La tabla periódica siempre ha sido un quebradero de cabeza para los alumnos. Sin embargo, un maestro de Primaria y de Educación Física ha ideado un juego de naipes, denominado Kímika, que supone un acercamiento didáctico y entretenido a la ciencia que le da nombre. El inventor es Roberto Baena, un docente de 43 años, natural de Guadix (Granada) y afincado en Alcalá —ejerce su profesión en el colegio Sierra Sur de Santa Ana—. La propuesta se presentará este sábado en la Feria Internacional del Juego, que se celebrará en el Palacio de la Merced de Córdoba. Allí los asistentes tendrán la posibilidad de probar la creación.

La dinámica resulta entretenida e instructiva a la vez, especialmente apta para ser practicada por alumnos. Hay ochenta cartas, correspondientes a diversos elementos químicos. Los participantes las sacan en cada turno y tienen el objetivo de formar moléculas de metano, dióxido de carbono, sal, amoniaco u óxidos, compuestos presentes en la vida cotidiana. “Lo mas divertido es que se hacen gestos al realizar una jugada con ciertas moléculas y eso gusta tanto a niños, jóvenes, y mayores”, explica el inventor, quien destaca que el código se aprende en cuestión de dos o tres partidas.
Por ejemplo, al conseguir la combinación del agua hace falta poner la mano en la mesa, con el amoniaco es preceptivo taparse la nariz y con el ozono, cubrirse la cabeza con las palmas. Igualmente debe decirse el nombre de la sustancia. Todo viene recogido en un folleto de fácil uso. El número atómico sirve para las puntuaciones y se emplean los símbolos de los elementos más habituales, un lenguaje universal, pues, por ejemplo, H representa el hidrógeno y C, el carbono en cualquier lugar.
El juego —con sus reglas y su descripción— está ya registrado por Baena en Autores y forma parte del proyecto H2.0, un guiño a la fórmula del agua y a las nuevas tecnologías. Al creador le llama la atención que nadie cayera antes en la posibilidad de un juego así. Después de un año de darle vueltas a la cabeza, el accitano tardó cuatro meses en elaborarlo con un método “casero” a base de cartulinas y pegatinas.
Roberto Baena, aparte de esta versión sencilla, ha diseñado otras dos versiones más complejas para personas con nociones avanzadas. Una está integrada por una veintena de fórmulas complejas, entre las que se hallan las de butanos, los etanos o las aguas oxigenadas. Existe una tercera modalidad —consistente en cartas de colores con las distintas familias de elementos químicos, como los gases nobles, los alcalinos o los lantánidos—, con la finalidad de que los jugadores logren algo similar a lo que sería un póquer de ases.