Universidad y (des)conocimiento
Cuando empezamos a oír hablar en España de Bolonia y de los proyectos que se cernían en torno a la mítica ciudad para aplicar a la Universidad de la Unión Europea, unificar enseñanzas y conocimientos y facilitar la libre circulación del alumnado, más de uno nos ilusionamos.
Empezaron a impartirse cursos de innovación docente no obligatorios, pero que nos preparaban al profesorado para un futuro próximo. Leíamos todo lo que salía sobre el tema, estábamos pendientes de las reuniones en las que en teoría se iba perfilando el proyecto. No sé en qué momento llegó el escepticismo, creo que antes de elaborar los títulos de Grado. Se perdían muchas horas de docencia, se perdían titulaciones, el nivel en muchos casos bajaba porque el número de créditos de las asignaturas era mínimo. En la elaboración de los títulos de Grado pudimos ver ya la mercantilización de la Universidad que se perseguía (no el conocimiento) y hasta qué punto en nuestra universidad, si no se hacían reformas, sería difícil integrarnos en el Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Y luego llegó esta llamada crisis que ha hecho que la contratación de profesores sea imposible, así como su sustitución, por lo que el número de alumnos por aula impide que podamos aplicar las innovaciones metodológicas previstas en el Plan Bolonia. Pero la cosa va a más, cuando la población de a pie cree que los profesores somos unos privilegiados, hemos sufrido bajadas de sueldo y, aún así, en mi departamento el pasado curso académico fueron despedidos (o sea, no se les renovó el contrato) siete profesores.
Genara Pulido es profesora de Universidad