Una tormenta con calma
Dice el refrán que tras la tormenta viene la calma. La tempestad suele ir precedida de un estruendoso ruido de truenos y de una temible luz de los rayos que tienen su posterior recompensa en forma de silenciosa paz. El sosiego puede ser aparente y, en cualquier caso, nunca es eterno, pero da el merecido respiro. Algo parecido ocurre en el Partido Socialista de Jaén, una agrupación que parecía estar atrapada en un aletargado invierno y que empieza a ver el sol tras una fuerte crisis interna cuyos resquicios perdurarán en el tiempo.

Todo empezó en el verano de 2011, cuando un grupo de envalentonados militantes presentó una dimisión en bloque para apartar de la dirección municipal a Carmen Peñalver. Fue tal la división generada en el seno del partido que, aunque consiguieron su propósito, no lograron descomponer el grupo de concejales y militantes fieles a la exalcaldesa. Hay quienes se afanan por que ese incesante proceso de desmembramiento siga su curso, pero son más los que, llegado el ecuador de la legislatura, abogan por arrimar el ascua a la sardina para, en los prolegómenos de unas primarias, fijar posiciones más individuales que de grupo.
Manuel Fernández Palomino lidera, hoy en día, la segunda fuerza política de la ciudad con un talante conciliador, que huye de la conflictividad por la que abogan muchos y que lucha por dar una imagen de unión y de calma tras la inolvidable tempestad. El cierre de la Casa del Pueblo y su traslado a la calle Hurtado —por las consabidas estrecheces económicas de la agrupación local— sirvió de impulso al secretario municipal para tomar las riendas del grupo socialista en el Ayuntamiento de Jaén, encabezado por María del Mar Shaw, seguidora acérrima de las ideas de Carmen Peñalver, su antecesora en la portavocía. Una intervención política en toda regla que obliga a ambos dirigentes a entenderse, uno porque quiere garantizar la paz y la otra porque quiere frenar el descuartizamiento integral del grupo de los “peñalveristas”. Un equipo del que huyó la concejal Matilde Cruz, “peñalverista” en excedencia que a punto estuvo de perder la dedicación exclusiva por votación de los ediles a los que dejó en la estacada. Basta con verla en los plenos, con gestos en los que va de líder, para darse cuenta de que se siente respalda por la dirección local y provincial.
El caso es que la labor de oposición que debe ejercer el Partido Socialista en el Ayuntamiento resulta, ahora, raramente compartida. Cierto es que quienes se sienten sometidos empiezan a acostumbrarse a tragar ruedas de molino y asumen ese control político como estrategia para llegar a las urnas fortalecidos. El “quid” de la cuestión es que antes hay que pasar por un proceso de primarias. Y es ahí donde comienza a escenificarse el movimiento de “fichas” entre quienes buscan estar preparados en la primera fila. Ni Manuel Fernández ni María del Mar Shaw tienen más aspiraciones que las de trabajar por la ciudadanía, lo que puede explicar ese entendimiento al que han llegado y por el que nadie daba un céntimo. Sin embargo, todo hace indicar que cada uno tendrá un candidato diferente. Habrá que ver cuánto dura la calma.
En corto
La falta de plazas en dos colegios de Expansión Norte y el exceso en otros de la zona tiene en pie de guerra a los padres de los escolares. El problema es que quienes viven en el Bulevar no quieren que sus hijos vayan a El Valle y, en medio de esa polémica social, los partidos intentan jugar sus cartas para salir airosos. Ni qué decir tiene que el PP respalda la idea de los padres, pero lo que causó extrañeza fue aquel comunicado del PSOE local en el que también se expresaba ese apoyo. Nota que encendió los ánimos entre algún militante que intentó por los todos los medios convencer a los afectados de llevar a los alumnos a El Valle. Y, mientras tanto, Educación (PSOE) intentando buscar un camino intermedio. Aquí todos se quieren apuntar un tanto.
Bloc de notas
-Los rumores suelen fallar cuando alguien los promueve con intenciones que pueden ir desde hacer daño hasta favorecer al protagonista. Algo parecido ocurre con el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya. Frente a quienes promueven su salida inmediata de la Alcaldía para atender a la llamada nacional de su partido, el presidente provincial se muestra ajeno al refrán “Donde dije digo, digo Diego” y, en el ecuador de la legislatura, afirma que agotará este asfixiante mandato. Recuerden su lapidaria frase: “Mi programa de gobierno es para ocho años”.
-Izquierda Unida es un partido en la capital y otro en la provincia. Ya no hay fisuras internas, sino un cráter que se abre por momentos, a medida que la actualidad política manda. La “república” independiente de la asamblea local choca frontalmente con la línea de la dirección provincial, que renueva, una vez más, a su líder.