Una selección de oro, ejemplo de talento y compromiso

La selección española de baloncesto vuelve a escribir una página histórica en el deporte español y lo hace con la fuerza de una costumbre apoyada en las genialidades y el compromiso de una generación que marca una trayectoria de ensueño. Los “juniors de oro” rompieron  moldes a finales de los 90 y su estela no tiene límites.

    22 sep 2009 / 11:09 H.

    Si en categorías inferiores fueron capaces de conseguir un palmarés inigualable su paso a la absoluta permitió romper barreras que parecían insalvables para los conjuntos nacionales. El oro en el Mundial de Japón, después de acabar con la selección griega en un cuarto; la plata que supo a poco en el Europeo de Madrid o la meritoria plata de los Juegos Olímpicos de Pekín, donde el combinado español puso en aprietos a una de las mejores selecciones estadounidenses de la historia que contó, además, con el favor arbitral al no aplicarse las normas de baloncesto FIBA, y ahora el oro de Polonia son los hitos mágicos de una década de ensueño. La receta, la sabia mezcla de talento y un compromiso con el grupo que hace que un jugador como Pau Gasol, en la temporada que más partidos ha jugado y en la que consiguió el anillo de campeón con los Lakers, dedique su tiempo de descanso para competir con la selección. Además, al éxito de la selección absoluta hay que unir los cosechados por el resto de categorías tanto en los combinados masculinos como femeninos. Por lo tanto, el talento se gestiona bien por parte de unos dirigentes federativos que tuvieron su peor momento con el traumático cambio del seleccionador Pepu Hernández, una losa peligrosa para los entrenadores que han tenido que sucederle. De aquel legado y de su  “ba-lon-ces-to”, sin embargo, queda mucho por hacer. Si se pone como ejemplo la capital, las instalaciones gratuitas son escasas y mal cuidadas, por lo que la Administración poco ayuda a que otras generaciones se enganchen a este deporte.