Una pareja denuncia el “martirio” de residir justo encima de un bar
El matrimonio formado por Sergio Gutiérrez y Ana Cárdenas califica de “martirio” o “calvario” la situación de vive desde hace nueve años. Dicen que, desde que compraron su piso sufren de manera continua —con la única excepción de los periodos en los que el establecimiento ha estado cerrado— molestias acústicas causadas por el situado justo debajo su vivienda, un primer piso. Ambos sostienen que tanto ellos como su hija de corta edad, a causa de los ruidos hasta altas hora de la madrugada, no descansan bien y sufren estrés y otras molestias. Han presentado numerosas denuncias con varios alcaldes y con sucesivos arrendatarios en el negocio.

La pareja acusa al Ayuntamiento de “pasividad” y de “hacer la vista gorda”. “Se limita a realizar requerimientos que no llegan a nada”, afirma Gutiérrez. Los cónyuges aseveran que se incumplen los requisitos recogidos en la licencia de café-bar sin música y que hay mediciones, de la Policía Local y de una técnica que contrataron ellos, que constatan que el nivel de decibelios está muy por encima del permitido. Los dos reclaman a las autoridades que se cierre el bajo hasta que se adopten medidas para que cese la “contaminación acústica”. A su juicio es obvio que el local no se encuentra insonorizado o lo está de manera deficiente. Cárdenas y Gutiérrez subrayan que existen más casos como el suyo en Alcalá y anuncian que “ante el silencio administrativo” en septiembre pedirán amparo a la Justicia, por la falta de respuesta a la demanda planteada ante el Ayuntamiento en abril. “Iremos hasta donde haga falta”, indican. Añaden que el bar tampoco respeta la hora de cierre y que emite los humos por la fachada. El panorama se deteriora, pues, en las últimas semanas, Ana Cárdenas y la encargada del bar, Cristiana Luchian, presentaron denuncias cruzadas por amenazas.
El equipo de Gobierno municipal niega que haga “la vista gorda” y destaca que cumple de modo escrupuloso los trámites. Así, precisa que en Etnosur iba a efectuarse un registro acústico a instancias del matrimonio, pero que no pudo culminar porque en la segunda de las tres mediciones reglamentarias el técnico comprobó que el bar cerraba y no había clientes. La única vez que se colocó el aparato detectó niveles inferiores a los que marca la normativa. El Ayuntamiento pone la pelota en el tejado de Gutiérrez y Cárdenas y puntualiza que ellos deben proponer otra fecha para llevar a cabo la prueba.
Por su parte, la rumana Cristiana Luchian indica que el local está insonorizado y en regla y niega que genere molestias. Atribuye la actitud de la pareja a una “venganza” y a “problemas psíquicos”. Aclara que ella, a diferencia de los quienes la precedieron, no se doblegará y luchará: Tenemos todos derechos a vivir. No van a quitarme el pan”.