Una noche en Linares que nunca se olvidará

Han pasado cuatro años desde que la estatua del Minero no lucía una bufanda azulilla en su cuello. Fue en mayo de 2012 con el ascenso a la Tercera División tras superar una eliminatoria con el Huércal de Almería. Una celebración que se queda pequeña con la vivida en la madrugada del lunes y ayer por la tarde. La afición linarense demostró, una vez más, que está hecha de otra pasta. Ni las desapariciones, ni los intentos fallidos de ascenso pueden con una hinchada que sigue a su equipo “hasta la muerte”. La peregrinación de la marea azulilla hasta Castellón fue una demostración de fe en toda regla. Los más de 1.400 linarenses, muchos de ellos procedentes de otros puntos del país, que animaron sin parar a los hombres de Torres, disfrutaron del éxito en las gradas de Castalia y, seis horas después, en la fuente del Minero, lugar tradicional de las celebraciones azulillas.

02 jun 2015 / 09:49 H.

A las cientos de personas que se congregaron en la céntrica plaza nada más pitar el árbitro el final del partido, se unieron, pasadas las cuatro y media de la madrugada, los desplazados hasta Castellón en autobús y en coches particulares, para recibir a los jugadores y al cuerpo técnico. Nadie quiso perderse el momento, a pesar de que, pocos minutos después, sonaría el despertador para cumplir con los quehaceres diarios. “No me importa. Esto no pasa todos los días. Llegaré cansado al trabajo, pero con una felicidad inmensa en mi cuerpo”, comentó uno de los aficionados que, en un día, se había metido casi los novecientos kilómetros que separan Linares de la capital valenciana.
Histórico. Fue la noche más dulce para el sufrido aficionado azulillo. Una madrugada que ha quedado grabada en la retina de todos, ya sean futbolistas o hinchas. La celebración de ayer por la tarde fue igual de intensa. Los linarenses que se echaron a la calle querían disfrutar intensamente del momento. La gravísima situación económica de la ciudad no invita al optimismo y este éxito deportivo, al menos, aplaca el desánimo general que existe. Sea como fuere, todo Linares se lo pasó en grande durante las tres horas que duraron los actos programados por la directiva para conmemorar el buscado ascenso a Segunda B.