Una mirada hacia atrás

Vaya por delante la afirmación, salvando equívocos, que la democracia directa parlamentaria es el mejor sistema de gobierno conocido para proteger las libertades y los derechos fundamentales de los miembros de una sociedad. Sin embargo este sistema por sí mismo no garantiza el mantenimiento de un adecuado desarrollo económico y de protección social.

    06 may 2011 / 09:25 H.

    Digo esto ahora que el futuro inmediato se nos presenta cargado de incertidumbre, cada vez más y a mayor número de ciudadanos, y es causa de zozobra e inseguridad, lo que se traduce en malestar individual y colectivo. Y como la solución a esta crisis pasa inexorablemente por producir, más y mejor, bienes y servicios, no puedo sino reconocer que el éxito de nuestra anterior prosperidad económica y modernización social, trae causa directa en el esfuerzo de  las generaciones formadas en los años sesenta y setenta del siglo pasado, a partir de la apertura de la economía de nuestro país tras largos años de autarquía. La mentalidad imperante en esas generaciones era consecuencia directa de las fatigas y penurias de las anteriores, en plena posguerra, y el sentido del esfuerzo y la superación se hallaban innatos en todas las capas sociales. Ya digo, aunque no queramos o no sepamos reconocerlo, una cierta mirada hacia nuestro más reciente pasado se está instalando en la sociedad, rescatando soluciones y valores que el espejismo de nuestra impostada modernidad nos había impedido conservar. Ya se habla cada vez más de la cultura del esfuerzo, del valor de la formación, de la autoridad y la dignidad perdida del docente, de la importancia del conocimiento de las lenguas. Y demás, como entonces, estamos empezando a hablar del turismo como nuestra principal fuente de riqueza. Y de la necesidad de salir al extranjero a buscarnos la vida. Hemos caído en la cuenta que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, y que muy pocos consiguen la prosperidad sin esfuerzo o  causahabiente a quien heredar. Faustino Idañez también repetía en los años ochenta que habíamos pasado de las alpargatas al “petit suisse”, sin solución de continuidad. ¿Ahora parón y vuelta atrás? Vamos a pasar de las treinta y cinco horas semanales a reverenciar en el aeropuerto al “turista un millón”. País de camareros. Andaluces emigrando a las Baleares y a la vendimia del país vecino. Nada de esto nos dirán los políticos que pretenden nuestro voto. Seguirán prometiendo un país de rosas. Yo me instalo en la realidad, y aunque siempre debamos mirar y avanzar hacia delante, de reojo miro aquellos años en los que no podíamos permitirnos ningún lujo. De aquel esfuerzo décadas más tarde llegaría el bienestar y la mayor protección social conocida. No tiremos el pasado por la borda, aprendamos de él. 
    Francisco Moreno Medina es abogado