Una menor reitera que su padrastro abusó de ella durante varios años

Rafael Abolafia/Jaén
María (es un nombre figurado) contestó a las preguntas del fiscal con una entereza impropia de sus 17 años. A través de vídeoconferencia, volvió a relatar cómo su padrastro abusó de ella. Desde el banquillo, José G. C. escuchaba la historia, con la cabeza metida entre sus manos esposadas.

    30 jun 2009 / 18:12 H.

    El hombre, un vecino de Villanueva de la Reina, lleva preso once meses. El tiempo que ha pasado desde que su hijastra contó su historia, por primera vez, al juez de Andújar. Entonces, la joven habló de tocamientos y de penetraciones vaginales y anales. José G. C., de 47 años, fue detenido en julio de 2008. En un primer momento, el acusado reconoció haber “toqueteado” a la hija de su compañera sentimental. Ayer, ante los magistrados de la Audiencia, lo negó rotundamente. “Nunca le puse la mano encima”, dijo una y otra vez.

    Cuando el fiscal le preguntó por su cambio de versión, José G. C. contestó: “Llevaba tres días en el calabozo. Estaba aturdido, confundido, bloqueado... Si hubiera estado en mis cabales nunca hubiera admitido que hice tocamientos a mi hija”. No obstante, el Ministerio Público considera que el acusado sí que abusó de la menor, desde los 11 a los 16 años, entre dos y tres veces al mes. La Fiscalía explica que satisfizo “sus bajos y torpes instintos sexuales”. “Las relaciones se consumaron, a pesar de la oposición de ella, porque se encontraba intimidada, cohibida y coaccionada debido a su corta edad y al temor reverencial que sentía hacia el procesado”, agrega el escrito de acusación.

    ¿En qué se basa la Fiscalía para mantener los cargos? Fundamentalmente, en que el acusado reconoció los hechos inicialmente. Además, también se apoya en la declaración de la presunta víctima. Y es que ayer María contó de nuevo su calvario: “En la primera tenía 11 años. Me toqueteó por todo el cuerpo y me dio besos. Después, fue a más. Se desnudaba, me quitaba la ropa y lo hacía”. “Yo no quería. Le decía que me dejara ir al servicio o a beber agua”, agregó.

    Según la adolescente, ocurrió en la casa de Villanueva de la Reina en la que la familia residió. Allí vivían el acusado y su compañera sentimental, junto con dos hijos de relaciones anteriores. María relató que los abusos siguieron cuando se mudaron a una casa de campo de Andújar, donde la pareja trabajaba. “Aprovechaba que mi madre no estaba en casa”, relató la joven. En junio de 2008, cuando tenía 16 años, contó lo que le pasaba a unos amigos. Fueron ellos los que la convencieron para que denunciara a su padrastro, como así lo confirmaron en el juicio. “No lo hice antes porque tenía miedo de lo que pudiera hacer a mí o a mi madre. Es muy agresivo”, argumentó la joven.

    Apoyada en esa contundente declaración, la Fiscalía mantuvo su petición de condena para Antonio C. G.: 9 años de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales y una indemnización de 12.000 euros por los daños morales ocasionados. En el otro extremo está la defensa del acusado, que sostiene que todo fue una invención de la víctima, motivada por los celos que sentía hacia su padrastro. Su principal baza para demostrar esta tesis es el hijo del acusado, que vivía en el mismo domicilio: “Nunca vi nada extraño y yo dormía en la misma habitación. Me hubiera dado cuenta de algo”, declaró para exculpar a su progenitor.

    El juicio quedó visto para sentencia en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Jaén.