Una isla árida que nutre de riqueza el mar de olivos
Como a Cenicienta, que a las doce de la noche su carruaje se convierte en calabaza, el desierto de Jaén aguarda, en silencio, a que llegue el día en que se le reconozca su potencial y riqueza. Ansía ese momento en el que se difumine la imagen de ser el “patito feo” de la provincia, que navega en su aridez, pero con una fragata cargada de singularidades deseosas que contribuir a hacer más altas las olas del mar de olivos. Y es que son muchas las particularidades que esconde la zona subdesértica jiennense y que pasan desapercibidas.

Con una extensión aproximada de 57.000 hectáreas, se corresponde básicamente con las cuencas hidrográficas de los ríos Jandulilla y Guadiana Menor —términos municipales de: Jódar, Larva, Cabra del Santo Cristo, Peal de Becerro, Huesa, Quesada, Hinojares y Pozo Alcón—. Debido a su ubicación, entre Sierra Mágina y las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, se produce un efecto pantalla para las borrascas que traen las lluvias, principalmente desde el Atlántico. Esto significa que son escasas —en torno a los 350 litros por metro cuadrado al año—, lo que da lugar a un clima semiárido. Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 13 y los 17 grados, con picos que pueden llegar a los 4 grados en época de frío.
La vegetación actual está constituida tanto por formaciones arbóreas, como el pino carrasco, acompañado —dependiendo de las condiciones del sustrato— de otras especies, como coscojas, lentiscos, espinos negros o tomillo morisco, entre otras. También cuenta con escasas manchas de encinar y formaciones de tipo arbustivo, matorral y pastizal.Se les suman los pinares de repoblación procedentes de plantaciones realizadas, básicamente, durante el último tercio del pasado siglo.
Debido a todas estas características, la erosión potencial de las cuencas del Guadiana Menor y el Jandulilla es muy elevada. Sin embargo, el delegado de Medio Ambiente, Julio Millán, señala que no es alarmante. Aunque es difícil generalizar, los niveles de erosión media en la provincia —según se determina en el Plan Estratégico de Jaén— están alrededor de 60 toneladas, que en el caso del olivar llega hasta los 80.Esto supone una pérdida de un metro cada cien años, aproximadamente. Se le une, además, la presión antrópica —agricultura y ganadería principalmente—, ha producido históricamente graves problemas de erosión en este territorio, dando lugar a un paisaje característico de zonas semidesérticas, dominado por una red hidrológica muy ramificada, con fuertes barrancos y cárcavas siendo el paisaje más llamativo el denominado “bad-lands”.
Con objeto de evitar la continua degradación de este territorio, la Administración realizó, a mediados del siglo XX, un intenso trabajo de restauración hidrológico-forestal. Por una parte se firmaron consorcios con los ayuntamiento titulares de los montes de los municipios de Jódar, Cabra del Santo Cristo, Huesa y Quesada, principalmente, con el objeto de realizar trabajos de repoblación y restauración hidrológica. Posteriormente, en la época de abandono del medio rural, se compraron numerosas fincas que estaban abandonas o presentaban cultivos marginales, con los mismos objetivos antes citados.
RESERVA BIOLÓGICA
Desde el punto de vista florístico, es un lugar de “especiación” —formación de especies nuevas—.De hecho, viven, al menos, siete variantes amenazadas. En cuanto a la fauna de vertebrados, son frecuentes las especies en peligro de extinción, como el aguilucho cenizo, la collalba negra o la curruca tomillera. También existen peces amenazados como el calandino.
Parte de este territorio se encuentra bajo varias figuras de protección. Así, el Guadiana Menor está declarado Lugar de Importancia Comunitaria de conformidad con la decisión de la Comisión de fecha 19 de julio de 2006, por la que se adopta la Lista de Lugares de Importancia Comunitaria de la Región Biogeográfica Mediterránea, actualizada por séptima vez en 2013. Su importancia estriba en que mima y resguarda a especies muy vulnerables como el murciélago de cueva, el sapillo pintojo meridional —considerado en régimen de protección especial— o el barbo gitano, endémico de la península ibérica.
Economía. Unos rápidos trazos por su valor ecológico ya hacen que el espacio sea un “tesoro” para la provincia. Pero el delegado de Medio Ambiente, Julio Millán, va un paso más allá. Es uno de los fieles defensores de borrar la imagen “negativa” que se tiene de esta zona y pone de relieve grandes potenciales. Es una de las zonas de mayor inversión. “El Plan de Choque por el Empleo es muy importante, sobre todo en los municipios de Huesa, Pozo Alcón y Jódar”, recuerda el responsable provincial del departamento. Y es que el cuidado y mimo del desierto es un yacimiento de empleabilidad.
También lo puede ser el turismo, ya que es una isla en medio del mar de olivos que rompe con un paisaje monótono. “Debemos poner en valor el espacio. Lo vemos desértico, pero lo cierto es que tiene paisajes muy bonitos, espectaculares, que rompen con lo tradicional”, defiendeMillán.
Y es que su potencial llega tan lejos como la imaginación quiera viajar. Sus paisajes bien podrían haber recreado —ahora que tan en boca de todos está— los desiertos que surcó la Madre de los Dragones, Daenerys Targaryen, con su khalasar —su tribu— en la famosa serie Juego de Tronos.