Una huella del acusado con sangre lo sitúan en el lugar del crimen
La Policía Científica recogió 64 huellas dactilares en el piso de Las Fuentezuelas en el que Juan de Dios Espinosa fue mortalmente apuñalado. Muchos de esos restos pertenecían a la propia víctima. Sin embargo, otros eran de Luis Manuel C. R., el considerado autor material del crimen. Es la principal prueba de cargo que tienen las acusaciones contra el principal sospechoso. Sabedor de esta circunstancia, el procesado aseguró que había estado en la vivienda el día de antes y que, incluso, había tenido “una refriega” con su amigo Juande. Sin embargo, los agentes de la Policía Científica que ayer declararon en la segunda sesión del juicio pusieron en entredicho esta versión. ¿Por qué? Una de esas huellas fue encontrada en el lavabo del cuarto de baño y estaba mezclada con sangre de la víctima. Necesariamente, fue dejada por Luis Manuel C. R. después del crimen, tal y como dejaron claro los peritos.

Del mismo modo, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Jaén aclararon que en las uñas del fallecido hallaron restos biológicos que contenían el ADN del principal acusado. “Pudieron adherirse ahí al defenderse de un ataque”, apuntó uno de los patólogos para explicar esta circunstancia. Hay que recordar que el procesado presentaba varios arañazos en los brazos y el pecho, unas heridas que atribuyó a la pelea que, según su versión, tuvo con la víctima un día antes del crimen.
Y un tercer elemento incriminatorio que se escuchó ayer en la sala de vistas de la Audiencia fue la declaración de una vecina de Juan de Dios Espinosa que reiteró que vio a Luis Manuel C. R. empujar por la fuerza a la víctima hacia el interior de su vivienda. Eso sí, no supo aclarar si ese episodio se produjo en la misma noche del crimen o en el día anterior.
Ante este aluvión de pruebas en contra, la defensa del procesado trató de sembrar la duda en el jurado popular. El pasado lunes, en la primera sesión del juicio, el acusado sorprendió a toda la sala al asegurar, por primera vez en todo el procedimiento, que tenía una coartada para la noche del 30 de enero de 2013. Explicó que estuvo en un bar del polígono escuchando un partido de fútbol. Así lo ratificó el propietario del establecimiento, quien aclaró que Luis Manuel C. R. estuvo con él durante el segundo tiempo del encuentro y que, incluso, lo ayudó a cerrar el local. Después, una cámara de seguridad sitúa a Luis Manuel C. R. en un pub de “Los Olivares” a las diez y media de la noche, prácticamente a la misma hora a la que los forenses sitúan la muerte de Juan de Dios Espinosa. Para la defensa, esto demuestra que el acusado no es el autor del crimen. Sin embargo, los patólogos dejaron al principal sospechoso con muy poco espacio de maniobra al especificar que la data del fallecimiento tiene un margen de error “de más o menos dos horas”.
Los especialistas forenses también especificaron que el cuerpo de Juan de Dios Espinosa presentaba 54 heridas de arma blanca, algunas mortales. Fueron producidas por un cuchillo de borde muy afilado y de, al menos, 18 milímetros de hoja, y que nunca fue localizado. El cadáver también tenía hematomas ocasionados por un objeto contundente.