Una herida sana en el Parque mientras otra comienza a escocer
Vimos caer una tromba de agua y, después, humo. Fue entonces cuando dijimos: Ya”. Es la descripción de una imagen que no se le va de la memoria al que, actualmente, es el alcalde de Orcera, Sergio Rodríguez. El día 7 de agosto de 2005, jugaba a los bolos serranos en El Ojuelo, una de las aldeas de Segura, este político, que por entonces tenía 24 años, estudiaba en Granada y sostiene que no tenía intención de llegar al Ayuntamiento.

Recuerda cómo observó perfectamente caer un rayo cerca del poblado de Valdemarín y fotogramas de la película que tuvo que ver a la fuerza: el regidor de entonces, Joaquín Zorrilla, que era también conductor de la Empresa de Gestión Medioambiental de la Junta, sin dormir; la imagen del “monte rojo” desde su casa y la sensación de miedo y pena que, como a otros vecinos, le encogió el estómago. Su pueblo, Orcera, fue uno de los que salió perjudicado por un incendio que copó los titulares de la prensa española por ser uno de los más graves del verano. En eso, se parece al que, en julio, una década después, quemó casi diez mil hectáreas también en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Como al fuego de este año en una de las mayores reservas naturales de Europa, el detonante de la catástrofe que afectó a Las Villas y Segura fue una tormenta eléctrica, en plena ola de calor. Descargaron 515 rayos en el paraje natural y se originaron 21 incendios simultáneos, como precisa el delegado de Medio Ambiente, Juan Eugenio Ortega. Durante cuatro jornadas, las llamas parecieron incontrolables y se tardó algo más de tiempo en rematar.
verde. La superficie quemada, según el recuento oficial, fue de 5.889 hectáreas, como recuerda el Gobierno andaluz. Pero hubo quienes dudaron de que la cifra fuera real y apuntaban, incluso, al doble. En cualquier caso, lo que sí se aprecia una década después es que el monte comienza a recuperarse, cambia el negro por el verdor. Conscientes de la mala imagen para uno de los motores turísticos del débil sector jiennense, la Junta de Andalucía reaccionó con el anuncio de un gran plan para recuperar el entorno deteriorado. El propio presidente andaluz de entonces, Manuel Chaves, en otro plano de la política española actualmente, visitó Cortijos Nuevos. Aprovechó para anunciar que las llamas ya estaban bajo control y escenificó el compromiso de la Administración regional con los habitantes de esta parte de la provincia jiennense.
Durante los meses posteriores a la tragedia medioambiental, se sucedieron las llamadas de atención sobre la flora y fauna que se había perdido e, incluso, críticas a cómo se había atacado el fuego. Aunque, a pesar de que no todos estaban conformes, los medios que se movilizaron para frenar el avance de las llamas no tenía precedentes. Una treintena de medios, aportados por la Junta y, a medida que se complicaba la situación por el Estado, y medio millar de personas se emplearon para apagar el monte. Como ejemplo, el personal involucrado supone más de la mitad de la plantilla que el Infoca trabaja en toda la provincia de Jaén.
Otra cantidad relacionada con este gran incendio es la suma que se comprometió para la reparación de los daños, 25 millones de euros. Los trabajos, de hecho, continúan todavía, fuera del presupuesto inicial, apostilla el delegado de Medio Ambiente, aunque es una labor más bien de control. Durante años, hubo que talar árboles, fijar el suelo para que las lluvias no arrastraran el sustrato, controlar las plagas de hongos y gusanos, buscar qué se podía aprovechar, aunque fuera cómo biomasa o recoger semillas. En los viveros de Lugar Nuevo, en Andújar, y La Resinera, en Granada, crecieron plantas del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas para luego devolverlas mediante los llamados “cercados de reintroducción”. El monte se transformó, porque hubo que abrir o recuperar caminos para las máquinas y el personal que trabajó en el monte, junto a El Tranco, en Segura o en áreas vírgenes de Las Villas, incluso, Medio Ambiente hizo arreglos en algunas carreteras. Mucho de este trabajo recayó en el Infoca, aclara el representante de la Junta de Andalucía que dice de estos trabajadores: “Hay que felicitarlos, porque llegan a poner en riesgo su vida. La sierra la defiende porque es suya”.
Peligro. Aquel verano de 2005, no existía la Unidad Militar de Emergencias. Este Cuerpo, precisamente, se creó en octubre de ese año, así que, por meses, no se desplazó hasta la provincia para contribuir a controlar la situación a la que se enfrentó la provincia hubiera requerido su intervención. Se decretó el Nivel 2 de Emergencia, por riesgo a los bienes y las personas. Hubo que desalojar aldeas y evacuar a turistas en un radio de veinte kilómetros. En el término municipal orcereño tuvieron que salir de su casa los vecinos de Valdemarín; una situación bastante crítica, un estreno peliagudo para los bomberos del Parque de Orcera, recién abierto.
Manuel García, gerente del camping La Chopera, que tuvo que quedarse vacío por el peligro de que lo alcanzaran las llamas, relata: “Me acuerdo perfectamente. Fui el único que me quedé de las 150 personas que había. Estábamos al 75%”. La misma suerte corrieron en Llanos de Arance y Fuente de La Pascuala, zonas de campistas muy próximas. A los “refugiados”, que los hubo, sobre todo, visitantes que tenían su casa a cientos de kilómetros, hubo de acomodarlos en la Torre del Vinagre, La Hortizuela o Cazorla. Además del susto, lo ocurrido le costó dinero a los empresarios turísticos, por ejemplo, al responsable de La Chopera, algunos de los clientes se le marcharon sin pagar. Los negocios hoteleros, aseguran que todavía no se han recuperado del todo. En Segura, Cazorla y Las Villas, las tres comarcas afectadas, se puso en marcha, entre 2007 y 2011, un plan de dinamización, en el que participó el Gobierno, la Junta de Andalucía y la Diputación, una herramienta que supuso una inversión de 3 millones de euros, de la que se cuestiona su eficacia. Los municipios más afectados por el fuego fueron, por esta orden, Santiago-Pontones, Villanueva del Arzobispo, Hornos, Iznatoraf, Segura de la Sierra y Orcera. La experiencia en la recuperación de este espacio, como la que se obtuvo tras el fuego del Puerto de Las Palomas, donde ardieron 800 hectáreas en 2001, servirán para afrontar, según la Delegación de Medio Ambiente, los trabajos que serán necesarios para recuperar la vasta extensión de terreno afectada en Quesada, Huesa y Cabra, el pasado verano. Este área de la Administración andaluza, que en la provincia dirige Juan Eugenio Ortega, también se plantea aplicar los protocolos que han dado éxito en Las Villas y Segura para mejorar la Sierra del Oro y otras zonas El Condado que ardieron en 2004.