Una herencia millonaria desata una batalla familiar en los tribunales


Una millonaria herencia ha desatado una batalla judicial entre miembros de una misma familia de Torredelcampo. Cuatro ancianas piden a la Justicia que anule el testamento que dejó su hermano, fallecido en enero de 2013, y en el que declaró a un sobrino heredero de todos sus bienes.



La juez Inés Herranz tiene que decidir si Manuel Godino Moral estaba en sus cabales cuando firmó su primer y único testamento, apenas un mes y medio antes de morir. Este vecino de Torredelcampo, conocido en su pueblo como “Manolito el ebanista”, falleció, a los 83 años, el 30 de enero de 2013. Soltero y sin hijos, legó el patrimonio que había reunido con el trabajo de toda una vida a Manuel Z. G., uno de sus catorce sobrinos. Le nombró heredero universal de todos sus bienes y le dejó tres pisos, el taller de carpintería, varias fincas de olivar y dinero en efectivo. En el pueblo, hablan de una herencia que supera con creces el millón de euros, tal y como confirman desde la familia.
Sin embargo, cuatro hermanas del fallecido presentaron una demanda en los tribunales para pedir la nulidad del testamento. ¿Por qué? Argumentan que su propio sobrino se aprovechó de que su tío había comenzado a sufrir los primeros síntomas de una incipiente demencia senil para “moldear” su última voluntad y conseguir, de este modo, que le legara todo su patrimonio. “Decía que lo cuidaba por amor, pero solo cuidaba de su dinero”, explicó la abogada de las cuatro demandantes durante su exposición, en la que llegó a hablar de la existencia de “un plan preconcebido” para convertirse en el único heredero.
Manuel Z. G., el demandado, rechazó estas acusaciones y negó haber “manipulado” a su tío. Es más, se presentó ante el tribunal como la persona que cuidó al hombre prácticamente durante toda su vida: “Me consideraba el hijo que no pudo tener. Le sobraba el cariño conmigo”, llegó a decir a su señoría. “Yo era sus pies y sus manos, porque sus hermanas se habían desentendido de él. Una de ellas ni siquiera le hablaba”, añadió. En este sentido, relató que él mismo se encargaba de llevarlo al médico cada vez que enfermaba o tenía una revisión; o de que no le faltara de nada en su casa. Dos vecinas del fallecido ratificaron esta versión: “Él era su ojito derecho. Lo quería más que a nadie”, dijo una. “Sus hermanas iban solo de visita”, agregó la segunda. La abogada de la familia llegó a preguntarles si habían recibido alguna gratificación económica por declarar de ese modo, algo que ellas negaron de forma tajante.
Manuel Z. G. explicó que su tío estaba en perfectas condiciones cuando le dijo que avisara al notario para dictar su testamento. “Fue él quien me dio la orden”, explicó. Un empleado de la notaría acudió al domicilio para preparar la documentación, que se firmó varios días después, en concreto, el 17 de diciembre de 2012. El notario, que declaró como testigo, aseguró, de forma contundente, que Manuel Godino Moral estaba perfectamente capacitado cuando estampó su rúbrica en el testamento. “Tuve una conversación personal con él en el que pude comprobar que estaba bien y que no estaba coaccionado”, respondió a preguntas del abogado del demandado.
Ese mismo día, “Manolito el ebanista” tuvo que ser ingresado en el hospital. “¿Por qué esas prisas en firmar un testamento sin testigos y sin avisarnos?”, se preguntan sus hermanas. A partir de ahí, la salud del anciano se fue deteriorando. Tuvieron que amputarle dos dedos del pie izquierdo en una operación de la que, según sus hermanas, ni tan siquiera fueron avisadas por su sobrino Manuel. Tras ser dado de alta, volvió a empeorar y tuvo que ser hospitalizado de nuevo el día 4 de enero. “No nos dejaba que nos quedáramos con él en la habitación para cuidarlo”, explicó una de las demandantes. “Manolito” falleció 26 días después en su domicilio. Sus hermanas se apoyan en varios informes y pruebas médicas que le realizaron durante su estancia en el centro sanitario para sostener que el anciano sufría “un deterioro cognitivo” y que, por lo tanto, no estaba en condiciones de firmar un testamento. La defensa del demandado llevó a un neurólogo que argumentó que es imposible asegurar que no estuviera capacitado cuando firmó la documentación.

09 abr 2014 / 09:30 H.