Una familia de Castellar hace de su vivienda todo un museo
Conocer la casa de los Benegas Ruiz en Castellar permite al visitante “viajar en el tiempo” y comprobar cómo cambian las formas de vida en la comarca jienense de El Condado. Ramón y Rosalía Benegas custodian un tesoro en la planta alta de su casa. “Todo lo que guardamos pertenece a nuestros antepasados y también a algunos amigos; estos nos han dado varios útiles suyos que ya no usan”, asegura.
Conocer la casa de los Benegas Ruiz en Castellar permite al visitante “viajar en el tiempo” y comprobar cómo cambian las formas de vida en la comarca jienense de El Condado. Ramón y Rosalía Benegas custodian un tesoro en la planta alta de su casa. “Todo lo que guardamos pertenece a nuestros antepasados y también a algunos amigos; estos nos han dado varios útiles suyos que ya no usan”, asegura.

Este museo etnológico se divide en varias secciones y destaca, entre todas las demás, la de los objetos relacionados con la sanidad y el aseo personal. “Mi padre fue practicante cuando hizo la mili en Tetuán”, según cuenta Ramón Benegas, y este es el principal motivo por el que abundan jeringuillas, escupideras, lavativas y otra serie de objetos que completan esta parte de la historia.
La vida cotidiana de su familia a lo largo de décadas está recogida en este ático en el que se guarda como “oro en paño” un portapergaminos que fue fabricado en 1794. También hay una importante colección de objetos religiosos, como misales y rosarios, así como una gran vajilla de plata con más de tres décadas de antigüedad. La atención también se detiene en las cinco cámaras fotográficas que poseen y que son testigos de la historia de esta disciplina artística durante el pasado siglo. Entre las curiosidad es que alberga esta vivienda, Ramón Benegas destaca dos bastones, “uno de ellos esconde un sable, útil para los momentos de inseguridad, mientras que el otro está realizado con naipes”.
Los objetos para las labores del hogar, como planchas de ascuas, varias máquinas de coser y útiles de costura conforman otro interesante apartado de este particular museo de la historia viva castellariega. Como museo de un pueblo rural, el trabajo en el campo está muy presente. La colección de aperos de labranza es muy extensa y Benegas hace hincapié en las alcuzillas, que son los depósitos de aceite. “Han terminado por ser un gentilicio más de Castellar”, reflexiona este vecino.
Tampoco pueden faltar los aparejos destinados a medir fanegas o celemines, las medidas del campo. Guadañas, orzas, raseras, trillos, una criba para la aceituna y útiles para la matanza completan el recorrido por este ático que es una exposición. La visita a la casa de los Benegas Ruiz termina con el recuerdo de haber visto evolucionar la vida y las tradiciones de la comarca condatense.