Una familia con cinco niñas, al borde de verse en la calle

Cinco soles son los que cada día alumbran a Verónica García Cano en la oscuridad del camino en el que se encuentra. Cinco hijas que “tiran” de su ánimo y le hacen ver que no puede tirar la toalla. A sus 28 años esta jiennense y su pareja viven en un piso ocupado con las niñas de 6, 5, 4, 3 y 21 meses. No tiene trabajo, ni dinero para un alquiler ni mucho menos un hogar propio. Por eso García se vio obligada a ocupar un piso, hace dos años y medio, cuando la casa —propiedad del Ayuntamiento— en la que vivía fue declarada en ruinas y se vio literalmente en la calle, junto a sus retoños. “Fui a Asuntos Sociales y lo que me ofreció fue el dinero para el alquiler de un mes y la fianza, pero  sin un empleo tampoco podía hacer frente a los gastos corrientes de la luz y el agua”, relata la joven.
Aunque reconoce que cuenta con la ayuda de entidades como Cruz Roja y Cáritas para los gastos escolares de sus hijas, Verónica García recuerda que el apoyo de su familia es escaso, porque tampoco está en una situación boyante. “Mi madre está fuera de Jaén y mi suegra cobra una paga con la que también tiene que ayudar a sus hijos”.

08 ago 2015 / 08:24 H.


Arropada por el amor de sus hijas y con la fuerza extraordinaria de una madre, Verónica García se armó de valor y se adentró en un piso vacío, propiedad de una entidad bancaria. “Nos enteramos de que había una vivienda en un bloque de cuatro pisos en una calle del barrio de Peñamefécit y nos metimos”, dice. La joven asegura que en el tiempo que llevan ocupando la vivienda no han tenido problema alguno con los vecinos del edificio. Sin embargo, recuerda que un residente de la zona llamó una vez a la Policía para alertar de que estaba alojada en el inmueble.
Fue a finales del pasado mes de  junio cuando le comunicaron que le llegaría una carta del Juzgado en la que le darían quince días para desalojar el piso. Sin embargo, Verónica García y su pareja optaron por quedarse, ya que no tienen un techo en el que alojarse. “Ayer, vino la Policía en dos ocasiones”, cuenta la jiennense. Ahora, vive con la incertidumbre y el temor de que, en cualquier momento, las autoridades la saquen por la fuerza junto a su compañero y sus cinco pequeñas, ya que no tienen a dónde ir.
Aunque Verónica García se encuentra en paro, ocasionalmente ha trabajado en el sector de la limpieza y se preocupa por formarse con cursos. “El problema es que todo mi tiempo lo dedico a las niñas, porque requieren de cuidados, sobre todo cuando se ponen malas. De hecho, a veces tengo que repartirlas entre nuestros familiares”, indica. Por otra parte, su pareja trabaja haciendo tatuajes, aunque asegura que está abierto a aceptar cualquier empleo. “Con un alquiler social mínimo podríamos tirar”, asegura García.
colaboración. Conscientes de la delicadeza del caso de Verónica, con sus cinco niñas menores de edad, los miembros de la Confederación General del Trabajo (CGT) están mediando para evitar que se queden sin un techo. “Nuestros servicios jurídicos ya han movido ficha en los juzgados para que la familia no se vea en la calle”, cuenta Pedro Antonio Rubio, uno de los integrantes del colectivo y portavoz de Acampada de la Esperanza. Se trata del movimiento que surgió, a principios de año, a raíz de tres casos de desahucio, cuyos afectados decidieron acampar ante las puertas de la Delegación de Vivienda y Fomento de la Junta para pedir pisos de alquiler social.