Una diana sin ZP

Los restos políticos de Zapatero ya no sirven. Hasta ahora el líder en sus horas más bajas servía de pelele, manteado un día sí y otro también por quienes quedaron prendados de su ilusión desmedida y por quienes no les perdonan su giro social. O si lo prefieren, en estos últimos meses, era un “dummy”, esos muñecos que sirven de banco de pruebas de todos los golpes y que asumen su papel de manera profesional. 

    05 abr 2011 / 10:31 H.

    En este último registro logró sumar a algunos decepcionados votantes de izquierda a la elaboración de la pira preparada por el PP. Ya se sabe del ahínco del converso. Incluso el fuego amigo, con doble discurso, pedía el sacrificio del pope para frenar la epidemia de desilusión de la parroquia socialista. Nadie le perdona a Zapatero que su optimismo de marca negara la crisis e hiciera perder tiempo a todo un país. Nadie le exime de ese pecado capital, pero en días de necrológicas políticas furibundas también hay que recordar a sus votantes que cumplió su contrato social y pretendió llegar hasta dónde otros nunca quisieron ir. Cierto que algunas de estas medidas, además de costosas, eran inviables hasta para su propio ministro de Economía, pero es que su principal problema fue creer que nuestro Estado de Bienestar tenía pilares tan sólidos como para seguir construyendo. El posterior desmontaje de esta casa por el tejado, además de dañar su imagen de cara a su electorado, le ha sumido en una aparente depresión. Como el protagonista de El Profesor del Deseo, de Philip Roth, el cuerpo no le da ni para mantener la sonrisa. No sé si su renuncia tendrá un efecto liberador para el partido, para él, sin duda sí, pero sus sucesores tendrán que medir muy bien como cargar con su legado, para lo bueno y para lo malo.

    Palabra Perdida

    Comentarios