Una detención que da de lleno en el engranaje logístico de ETA
Con la detención de este pasado viernes ya son cinco los terroristas que han pasado a disposición de la Justicia en lo que va de año, aunque la última está considerada como la de mayor nivel jerárquico de la banda. Ekaitz Sirvent Auzmendi, máximo responsable del aparato de falsificación de ETA, fue arrestado en París como final a un seguimiento policial que agentes españoles mantenían desde Burdeos. El hecho en sí de la caída del número dos del aparato logístico etarra cobra especial importancia por la ingente cantidad de información de la que disponía el detenido, al que se le han requisado un ordenador, varios discos duros, ocho memorias USB y gran cantidad de documentos de identidad tanto franceses como españoles. Se presupone que iba de mudanza, lo que justifica que fuese cargado con tanta información. Se trata de un material que puede ser de vital importancia, una vez analizado, en la lucha contra el terrorismo etarra. Considerado como un obseso por las medidas de seguridad y miembro del quinteto dirigente del aparato logístico de ETA, el etarra arrestado se encontraba en paradero desconocido desde hace siete años, un largo periodo de tiempo en el que se le había perdido la pista por completo.
Como ya es habitual en los últimos años, es importante destacar que el arresto se produjo gracias a la colaboración de la Gendarmería francesa, además de un buen trabajo de la Policía española, que seguía los pasos al individuo desde hace aproximadamente un mes. El territorio francés ya no es el paraíso de los etarras que ha sido durante mucho tiempo, una impunidad que les permitía operar y organizarse con total libertad. Ese refugio ya no es posible y las frecuentes detenciones son la prueba evidente de que el entendimiento policial funciona y es uno de los pilares imprescindibles para acabar por completo con la estructura de la banda terrorista.
Como ya es habitual en los últimos años, es importante destacar que el arresto se produjo gracias a la colaboración de la Gendarmería francesa, además de un buen trabajo de la Policía española, que seguía los pasos al individuo desde hace aproximadamente un mes. El territorio francés ya no es el paraíso de los etarras que ha sido durante mucho tiempo, una impunidad que les permitía operar y organizarse con total libertad. Ese refugio ya no es posible y las frecuentes detenciones son la prueba evidente de que el entendimiento policial funciona y es uno de los pilares imprescindibles para acabar por completo con la estructura de la banda terrorista.